Estado del dolmen de Morales del Rey (Zamora) en 2008 |
Crónica de la Desolación
¡Castilla y León es Vida! Así reza el eslogan difundido a bombo y platillo por la publicidad institucional de la Junta de Castilla y León. En su web promocional del turismo podemos leer una pequeña reseña referente al Dolmen del Tesoro, en Morales del Rey (Zamora): "En la actualidad existe una recreación completa de un dolmen tipo de la zona, en la que se puede observar volumétricamente su aspecto original y las partes que lo componen: cámara sepulcral, pasillo o corredor y túmulo".
Sin duda, el incauto visitante se verá atraído por tan prometedoras indicaciones, y más aún si lee en la misma página la siguiente nota sobre las condiciones concretas en las que se encuentra el monumento: "Lugar bien señalizado y acondicionado". Así pues, con el aval de la literatura oficial, todo es una invitación a adentrarnos por la "Ruta arqueológica por los valles de Zamora: Vidriales, Órbigo y Eria", y recalar en Morales del Rey.
Pero pasemos de la teoría a la práctica, del papel couché a la cruda realidad. Una vez se llega a Morales del Rey se comprueba inmediatamente que el megalito y su réplica son un megadespropósito. Un paisaje después de la batalla. Comienza la visita por la inspección del dolmen original. Aquí el deterioro y la falta de mantenimiento son evidentes. Los accesos son penosos y el terreno sobre el que se asienta es un erial sin la más mínima limpieza y decoro. La maleza y la desolación campan por doquier, impidiendo identificar los ortostatos y reconocer la cámara sepulcral. Parece que desde la última intervención a cargo de la Fundación Patrimonio (1998-2001), nadie se ha vuelto a ocupar o preocupar del monumento funerario.
En cuanto al neodolmen, esto es, la recreación "ideal" de un sepulcro de corredor no hay palabras para describir este espectáculo. Es la Cueva de los Horrores. Una auténtica atracción de feria. El interior está absolutamente destrozado. Las planchas de poliestileno pintado están hechas pedazos, dejando impúdicamente visibles las estructuras del armazón de acero. El suelo de la cámara sepulcral está atestado de escombros, tierra y basura, así como algunos utensilios de cocina, indicios de haber servido ocasionalmente de insólito hábitat para algún "okupa" o un indigente.
Resulta difícil de creer que esta "atracción" esté abierta al público un día más, y encima se publicite. Se debería poner una señal de "Peligro indefinido", o mejor aún un cartel de "Cerrado por desidia" Desde luego ofrece una pésima imagen de la gestión del patrimonio por estos lares y, lejos de constituir un ejemplo de puesta en valor de los recursos culturales de la comarca, es una invitación para salir por piernas de esta bella localidad y no volver más.
¡Esto no es vida! Morales del Rey no se merece esto. Los sepulcros prehistóricos de la comarca constituyen un conjunto patrimonial que sin duda es necesario recuperar y acondicionar, pero dotándolos de unas infraestructuras y servicios dignos, acordes con la función turística, didáctica y divulgativa que dicen promover sus promotores. Tampoco se entiende en el año 2008 que un monumento de estas características no goce de la protección de un Bien de Interés Cultural, y carezca siquiera de incoación de expediente.
El llamado "Dolmen del Tesoro" debe su nombre a un tesorillo de monedas de bronce hallado hace años. Se encuentra a escasos metros del casco urbano, sobre la terraza superior del Eria y al pie de la carretera a Santa María de la Vega. Es un sepulcro de corredor que consta de una cámara funeraria circular y un estrecho pasillo de acceso orientado hacia el S.E. Fue levantado con ortostatos de cuarcita de mediano tamaño asentados sobre fosas excavadas en el suelo y cubierto con el correspondiente túmulo de tierra y piedras, hoy prácticamente desaparecido. En el año 1995 se afrontó una campaña de excavación en la que recuperaron elementos de ajuares neolíticos (geométricos, laminas, cuchillos, microlitos, etc.), así como otros restos que apuntan a una modificación en tiempos más recientes. La actuación de la Fundación del Patrimonio consistió en su momento en limpiar el terreno, poner en pie uno de los ortostatos caídos y reforzar con mampostería sin argamasa los intersticios, a fin de evitar que los restos del túmulo invadieran la cámara.
Este tipo de monumentos se han venido considerando como lugares de culto y panteones colectivos para los individuos de un mismo linaje o grupo social. Los cadáveres eran enterrados en el interior de la cámara, habitualmente en posición fetal, acompañados de un grupo de ofrendas u objetos a modo de ajuar funerario (útiles de piedra tallada, hueso trabajado y en ocasiones cerámica). Su construcción se fecha genéricamente en el IV milenio a. de C., en un momento avanzado del neolítico entre el 3500 y el 3000, aunque continúan manteniéndose como referentes funerarios durante bastante tiempo después -Edades del Cobre y del Bronce-.
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