jueves, 5 de febrero de 2015

Reseña histórica de las parroquias, iglesias y ermitas de Benavente - Los Mártires

Entrada a los Paseos de la Mota, donde podría situarse la desaparecida iglesia de Los Mártires

Iglesia / advocación: Los Mártires.
Otras denominaciones: ¿San Julián y Santa Basilisa?
Categoría: Iglesia.
Localización: A la entrada de la Mota y cerca de la Fortaleza.
Patronato / presentación: Sin datos.
Fundación: Sin datos.
Primera mención documental: Mediados del siglo XV.
Desaparición: Mediados del siglo XV.
Cofradías y capellanías: Sin datos.

Sobre la iglesia de los Mártires solamente podemos aportar los escasos datos ofrecidos por Ledo del Pozo. Cuenta el erudito benaventano que el templo se encontraba situado "a la entrada de la Mota, donde existió una cruz". Su desaparición se habría producido cuando el segundo conde de Benavente, Rodrigo Alfonso Pimentel (1420-1440), mandó cercar aquel terreno para mejor defensa de la Fortaleza. El resto de autores que han tratado de este asunto se limitan a reproducir este testimonio, sin ninguna aportación nueva.

Muchas son las incógnitas que nos plantea esta breve información. Ninguna alusión a esta iglesia encontramos en la documentación medieval de Benavente. Desde luego, no figura en las relaciones de iglesias y parroquias conocidas, ni tampoco en los deslindes de terrenos o cartas de compraventa. A pesar de ello, la noticia que ofrece Ledo del Pozo es bastante precisa, y por ello hay que suponer que podo conocer algún documento antiguo que la mencionaba, así como la citada cruz que perpetuaba su memoria.

En cuanto a su localización, todo lo que sabemos es que se encontraba "a la entrada de la Mota". En la geografía actual de la villa este punto se entendería como el comienzo de los Paseos de la Mota, al final de la calle de la Mota. Sin embargo, en la época en la que escribe Ledo del Pozo, en el último tercio del siglo XVIII, todo el cerro en el que se asentaba el Castillo pertenecía al patrimonio de los Condes, incluidas la Mota Nueva y la Mota Vieja, o Mota Alta y Mota Baja. Existe un apeo de 1786 de la fortaleza y su territorio contiguo, cuyo deslinde comienza en la Plazuela de la Mota, hoy plaza de Juan Carlos I, y que delimita la Fortaleza entre las calles actuales de la cuesta del Río, carretera de la Estación y calle de los Carros. En un callejero existente en el Archivo Municipal, correspondiente al año 1860, se diferencia entre la calle de la Mota Alta y la calle de la Mota Baja.

En la excavación arqueológica que se realizó en la Mota Vieja a finales de los años 90, con ocasión de la construcción de un aparcamiento subterráneo, se documentó un nivel de derrumbe/arrasamiento de construcciones de tapia y cimiento de mampuesto cuarcítico en una hilada que formaron las edificaciones de un barrio construido en la ladera oeste de los Cuestos. Las series cerámicas y monetales, exhumadas por Enrique Arnau Basteiro, centran la ocupación de esta ladera entre los siglos XIII y XV.

Si en la Mota existía una población estable en estas fechas, tuvo que tener una o varias iglesias que atendieran las necesidades espirituales de sus moradores. Esta función pudieron cumplirla los templos más próximos a este área: San Julián, San Bartolomé, y este de los Mártires de incierta trayectoria.

Otra cuestión que suscita esta iglesia es su propia advocación: Los Mártires. Se trata de una denominación demasiado genérica que nada aclara sobre la titularidad del templo. ¿Qué mártires son estos? Sabemos que en la Mota, o muy próxima a ella, existió una iglesia y parroquia, perfectamente documentada, dedicada a San Julián y la pregunta que hay que hacerse es si en realidad estamos ante un mismo templo.

Son varios los santos y mártires cristianos que llevaron el nombre de San Julián, pero durante la Edad Media en los reinos hispanos tuvo una particular expansión el culto a Julián y Basilisa. Según la tradición, esta pareja de esposos habrían padecido martirio en Antioquía o, más probablemente, en Antínoe (Egipto) hacia el año 304. A ellos se les dedicó varias iglesias, como la de Salamanca construida en los tiempos de la repoblación. Estos templos tenían la doble advocación de San Julián y Santa Basilisa, los Santos Mártires, pero en la devoción popular su culto se entremezcla y se confunde con San Julián el Hospitalario.

Por tanto, esta misteriosa iglesia benaventana de "Los Mártires" podría ser, en realidad, la más conocida y documentada iglesia y parroquia de San Julián, que fue derribada hacia el año 1447 por el conde de Benavente para asegurar la defensa de la Fortaleza. Los paralelismos resultan muy significativos.

Iglesia de San Julián y Santa Basilisa de Salamanca

martes, 3 de febrero de 2015

Reseña histórica de las parroquias, iglesias y ermitas de Benavente - San Andrés

Puerta principal y torre de la iglesia de San Andrés. Años 60.

Iglesia / advocación: San Andrés apóstol.
Otras denominaciones: "Sanctus Andreas".
Categoría: Parroquia.
Localización: En la calle de San Andrés.
Patronato / presentación: Presentación de los condes de Benavente por cesión del derecho de los feligreses.
Fundación: Fundada en época de Fernando II o Alfonso IX.
Primera mención documental: 1220.
Desaparición: 1967.
Cofradías y capellanías: Cofradías de Nuestra Señora del Carmen, de San Antonio de Padua de labradores y Santísimo Sacramento. Capilla de San Cayetano.

La iglesia de San Andrés estuvo situada en la parte sureste de la villa, próxima a la puerta de la muralla que tomó su mismo nombre. El templo y sus construcciones anejas estaban delimitadas por las calles San Andrés, Travesía de San Andrés, Portillo de San Andrés y del Agujero de San Andrés. Fue una de las antiguas parroquias medievales de la ciudad, estando documentada al menos desde las primeras décadas del siglo XIII. Por tanto, debió fundarse durante la repoblación, en época de Fernando II o Alfonso IX.

Existe, además, una presunta donación en 741 de esta iglesia por el rey asturiano Alfonso I al santuario de Santa María de Covadonga. La absoluta falsedad de esta carta impide sacar algún dato aprovechable, pero probablemente se trate de un intento de fundamentar los dominios del obispado ovetense sobre las tierras del sur de León: "... et ecclesiam sancti Andreae de Benavente".

En 1220 se menciona esta iglesia a propósito de una demanda del obispo de Astorga contra la jurisdicción del obispado de Oviedo en la villa. Parece ser que los clérigos de San Andrés y San Nicolás menoscababan los derechos que la mitra astorgana tenía sobre la iglesia de Santa María de Renueva. Por ello acude al Papa Honorio III, que comisiona al obispo, deán y chantre de Zamora para que oigan y resuelvan la demanda interpuesta.

El área urbana ocupada en la Edad Media por la parroquia de San Andrés era un espacio disperso con una escasa densidad de construcciones y habitada fundamentalmente por hortelanos. Abundaban en su entorno las heredades, huertos y las viñas, como se pone de manifiesto en diversas donaciones y compraventas. Así, en 1221 Juan Cantarel vende al monasterio de Carracedo una viña en Benavente, junto a la iglesia de San Andrés, por 4 mrs. En 1292 Fray Pedro Gil, novicio de la Orden de San Francisco, dona un huerto al convento de Santo Domingo de Benavente situado en la colación de San Andrés. También se documentan en este barrio durante el siglo XV varias, bodegas, pelambres y baños. En el siglo XVIII se menciona una casa "a la colación de San Andrés de esta villa de Benavente la qual se dice fue antes nevera". Según una carta de venta de 1650, la citada nevera había pertenecido al conde y sus solares lindaban "con esquinas de la dicha iglesia de San Andrés".

Tenemos noticia en 1360 de la fundación en esta iglesia de una capellanía, con la asignación de diversos bienes, por Diego Juan, arcediano de Benavente en la iglesia de Oviedo. En 1373 Alfonso Pérez es clérigo curero de "Santo Andrés".

En el libro de actas del Concejo de 1434, San Andrés figura como una de las diez parroquias benaventanas que contribuyen al segundo y tercer repartimientos del pedido real del año 1433. Su contribución fue fijada en 3.487 mrs.

Según Ledo del Pozo, San Andrés era de presentación de los condes de Benavente por voluntaria cesión de los feligreses “hecha en tiempos no muy remotos”.

En 1675 se instituyó en San Andrés la cofradía de Nuestra Señora del Carmen. Hace pocos años se recuperó en el mercado de anticuario un interesante documento con sus reglas y aprobaciones. En el siglo XVIII tenían aquí su sede las cofradías de San Antonio de Padua de Labradores y el Santísimo Sacramento. 

El edificio que llegó al siglo XX mantenía algunos elementos medievales, en particular su entrada con arco apuntado, en la línea de los accesos principales de San Nicolás, Santa María de Renueva y San Salvador. Su torre de ladrillo era, sin duda, la parte de mayor interés artístico. Gómez Moreno califica la iglesia de "moderna toda e insignificante, pero su torre, que se yergue a los pies, siendo obra morisca de fines del siglo XII". A continuación, se detiene en describir su base: "Bajo la torre se ve algo de portada hacia el norte, formando arcos agudos escalonados, que correspondería a una capilla o pórtico dispuesto en su base". Se trata de la llamada capilla de San Cayetano. En cuanto a su imaginería solamente describió dos piezas: una Santa Margarita, pequeña, con el dragón a sus pies, de tiempo de los Reyes Católicos y Calvario, en su tamaño natural, estimable y recordando lo de Esteban Jordán, por sus pliegues redondeados y profundos, que marcan el desnudo en la figura.

Cuando se suprimieron y derribaron las iglesias de San Miguel y San Juan del Reloj, sus feligresías fueron agregadas a esta parroquia. Más tarde, cuando San Andrés perdió también su condición parroquial, la iglesia pasaría a ser filial de Santa María de Renueva.

En la revista científico-literaria "La Crónica de León" del año 1875 encontramos una curiosa noticia sobre la celebración en Benavente del segundo centenario de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Dice el cronista que San Andrés, a pesar de su capacidad, no podía contener el número de fieles, por lo que tuvo que estar abierta desde la aurora hasta las diez de la noche. Y añade: "Tal era la iluminación de la torre de la iglesia de San Andrés, que desde la vecina aldea llamó durante mucho tiempo la atención de sus moradores".

En sus últimos años de existencia la torre presentaba un lamentable estado, con un tejado metálico o de fibrocemento, que se mantuvo prácticamente hasta su desaparición. En fotos de 1966 todavía se aprecia esta techumbre improvisada. Según relata Juan Carlos de la Mata, "en la década de 1960 fue deteriorándose particularmente su torre, permaneciendo cerrada al culto hasta que fue concedida la licencia de derribo por la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento el 17 de marzo de 1967. Entre marzo-abril de ese mismo año fue demolida, y posteriormente vendido su terreno tras la consiguiente alineación de los solares y espacios existentes en el lugar".

En la actualidad la moderna iglesia de Santa María de Carmen de Renueva alberga una interesante colección de imágenes, retablos y objetos litúrgicos procedentes de San Andrés.

viernes, 30 de enero de 2015

Reseña histórica de las parroquias, iglesias y ermitas de Benavente - San Julián

Área aproximada donde pudo estar ubicada la iglesia de San Julián

Iglesia / advocación: San Julián.
Otras denominaciones: "Sanctus Iulianus".
Categoría: Parroquia.
Localización: Próxima a la fortaleza y a la Mota.
Patronato / presentación: Derecho de presentación de los feligreses.
Fundación: Fundada en época de Fernando II o Alfonso IX.
Primera mención documental: 1207.
Desaparición: Hacia 1447.
Cofradías y capellanías: Sin datos.

Sobre la ubicación concreta de esta iglesia tenemos muy pocos datos precisos. Dice Ledo del Pozo que se encontraba “cerca de la fortaleza”, pero parece desconocer su situación exacta. Fue una de las tres iglesias, junto con Santa María de Ventosa y San Bartolomé, derribadas hacia 1447 por el tercer conde de Benavente, Alfonso Pimentel (1440-1459), para la mejor defensa de la villa y su castillo, por lo que hay que pensar que estaba efectivamente en las inmediaciones del cerro de la Mota y, probablemente, próxima a San Bartolomé. Muñoz Miñambres señala que "entre el Castillo y la calle de Portugal existían las iglesias de San Julián y San Bartolomé".

En una carta de 1516 se dice de estas iglesias "que heran sitas e asentadas en la mota que agora se dise de la fortaleza e enrrededor de la casa e fortaleza que agora es de los estados desta casa las quales paresçio que se derrocaron por que la dicha casa e fortaleza estoviese e fuese mas fuerte e estoviese mas libre".

Todo apunta a que fue una de las primitivas parroquias de la villa fundadas durante la época de la repoblación, bien en época de Fernando II o bien con Alfonso IX, pues sus primeras menciones documentales son muy antiguas. En 1207 confirma una venta el presbítero de la iglesia: “Petrus Garsie presbiter Sancti Iuliani”. En una carta de principios del siglo XIII del monasterio de Carracedo se menciona a “don Estevan el mora a Sant Julian". En 1222 en la entrega de un molino en Benavente encontramos a "Arias Petri Sancti Iulanin" y a "Andreas Sancti Iuliani". Entre los bienes del monasterio de Santa María de la Vega de Oviedo registrados en 1293 figuran "las casas en que mora don Anton carniçero que sson en Benauente en calamayor enna collaçion de Sant Julian ". En el testamento de Juan Alfonso de Villalobos de 1381 se ordena que “vendan unas casas que yo he aquí en Benavente a San Julián”. En el testamento de 1374 de Martín Alfonso de Melgar se mandan 10 maravedís para la obra de la iglesia.

En el inventario de parroquias del obispo de Oviedo Gutierre de Toledo (1377-1389) se incluye este templo en el arciprestazgo de Benavente, con sus derechos de presentación y la partición de los diezmos:

"San Julián de la dicha villa: a la capellanía apresentan los feligreses e al benefiçio el que tien las casas del tenplo de la dicha villa. Es capellán Gonçalo Martínez e benefiçiado lei [...]. Los diezmos pártense en esta manera: el obispo lleva el terçio de pan e de vino e ajos e lino e çebollas, et los otros dos terçios con el manual a pie de altar liévalo el capellán e el benefiçiado de por medio. Ha el capellán, que es anexo a su capellanía en Variones, una jugada de tierra en Benavente dos tierras et diez o doze pares de casas. Pagan en procuración [...]. Riende esta capellanía [...] mrs. e el benefiçio".

En el libro de actas del Concejo de 1434, San Julián figura como una de las diez parroquias benaventanas que contribuyen al segundo y tercer repartimientos del pedido real del año 1433. Aparece como “San Julián e su partido 2.737 mrs".

En el Libro Becerro del tercer conde, Alfonso Pimentel, se registran en 1448 unas "casas a la collaçión de Sant Jullián, que fueron de Alonso, çapatero, en las quales solía morar Vasco Gonçales, çatiguero".

Según Ledo del Pozo, San Julián junto con San Bartolomé fueron "demolidas y aplicadas setenta y tres años después de su destrucción al Hospital de la Piedad, por una bula de agregación del Papa León X en 1520 y otra de confirmación de Clemente VII, dada en 1523; fue su último párroco D. Pedro Romero, que hizo libre renuncia en manos del Papa León X”.

De estos datos se deduce que el derribo del templo tuvo lugar hacia 1447, en época del tercer conde de Benavente, Alfonso Pimentel (1440-1459). Durante su mandato los dominios del condado se ven inmersos de lleno en las crónicas de las banderías nobiliarias del reino. Los pormenores de estos acontecimientos han sido estudiados por Isabel Beceiro Pita y se enmarcan en el enfrentamiento entre Alonso Pimentel, con otros destacados partidarios de los infantes de Aragón, y el condestable y valido de Juan II, don Álvaro de Luna.

En esta etapa la fortaleza de Benavente y la misma villa se convierten en objeto de disputa por ambos bandos. La obediencia al conde del alcaide nombrado por el rey precipita el ataque a la villa en 1449 de las tropas realistas y la posterior rendición ante la falta de socorro del noble. El asedio a la villa se desarrolló durante diez y seis días, utilizando en las operaciones "muy buenos pertrechos que llevaba así de ingenios como de lombardas", según recoge la Crónica de Juan II.

En época del V Conde, Alonso Pimentel, se decidió compensar de alguna manera la destrucción de los templos y, sobre todo, perpetuar la memoria de los feligreses enterrados en estas parroquias. Por ello en 1516 se entregan 5.000 maravedís a la fábrica de Santa María del Azogue "por el descargo de las tres yglesias de Santa Maria de Ventosa e San Bartolome e San Julian que mando derrocar çerca de la fortaleza e asy mismo fueron pedidos e demandados los frutos e rentas de los dichos çinco mill mrs".

A cambio, en Santa María del Azogue se tendrá "obligaçion de en los sacrifçios e oraciones que en ella se fizieren rueguen a Dios por las anymas de los defuntos que estan enterrados e sepultados en las dichas yglesias de Sant Julian e Sant Bartolome e Santa Maria de Ventosa que heran sitas e asentadas en la mota que agora se dise de la fortaleza e enrrededor de la casa e fortaleza que agora es de los estados desta casa las quales paresçio que se derrocaron por que la dicha casa e fortaleza estoviese e fuese mas fuerte e estoviese mas libre".

domingo, 25 de enero de 2015

Reseña histórica de las parroquias, iglesias y ermitas de Benavente - San Martín

Vista de la Plaza de San Martín durante la fiesta del Toro Enmaromado. Años 40. (Foto CEB Ledo del Pozo)

Iglesia / advocación: San Martín de Tours.
Otras denominaciones: "San Martino", "San Martín de la Puebla".
Categoría: Parroquia.
Localización: En la Plaza de San Martín y junto a la calle San Martín.
Patronos / presentación: Perteneciente a la Orden de Santiago.
Fundación: Fundada por los parroquianos en época de Fernando II (1157-1188).
Primera mención documental: 1188.
Desaparición: Finales del siglo XVIII.
Cofradías y capellanías: Capellanía de San Martín o de la Santísima Trinidad.

La iglesia de San Martín se encontraba al norte de la villa, en la plaza del mismo nombre, muy próxima al barrio judío y la muralla. Fue una de las nuevas parroquias creadas al calor de la repoblación de la villa por Fernando II. Este nuevo barrio benaventano recibió el nombre de “puebla” de San Martín o colación de San Martino.

Sus promotores o fundadores debieron ser los propios parroquianos, que en 1188 entregan el templo a la Orden de Santiago para la culminación de su obra. El convenio establecido el día 1 de junio con el maestre de la Orden, Sancho Fernández, y el comendador, Juan Massoco, contiene interesantes cláusulas que nos ilustran sobre el panorama social del Benavente de finales del siglo XII. Para José-Luis Martín, primer editor del diploma, con este pacto los miembros del "concilium" de la iglesia de San Martín de Benavente no ingresan en la Orden, pero pueden considerarse "familiares" de la misma.

Este concilio está formado por los "parrochianos et heredes supradicte ecclesie, viros ac mulieres" (parroquianos y herederos de la dicha iglesia, hombres y mujeres), que dan al maestre Sancho Fernández la titularidad de su iglesia siempre que el maestre se comprometa a construirla con tal calidad "sicut in Benevento melior illa non sit excepto illas que ex lapidibus fectis construuntur" (de forma que en Benavente no exista otra mejor, excepto aquellas que sean construidas con piedras). De esta noticia se deduce que nuestra iglesia era una construcción modesta, probablemente hecha con las técnicas tradicionales del tapial y el adobe. Las iglesias construidas "ex sectis lapidibus" deben identificarse con obras de fábrica románica, como San Juan del Marcado y Santa María del Azogue, que en estas fechas debían tener su planta bastante avanzada.

Según las condiciones estipuladas, la iglesia de San Martín debía concluirse en un plazo de un año a partir de la primera fiesta de San Martín (el documento tiene fecha de 1 de junio). Además, se establecen otras disposiciones. La Orden tiene ahora facultad para nombrar al capellán, pero si este se desentendiera de sus obligaciones, los parroquianos podrían embargar sus bienes, obligarle a cumplir las normas vigentes en los demás templos de Benavente, e incluso reclamar la titularidad de la iglesia para entregarla a quien quieran. El maestre se compromete, además, a proporcionar vestido, alimento y alojamiento "honesto" a cualquiera de los parroquianos si estos padeciesen necesidad, y a poner un maestro para enseñar a los hijos de los donantes que quisieran aprender: "filios parrochianorum istius ecclesie qui discere voluerint... qui illos bene doceat absque munere".

Durante el siglo XIII hay varias menciones documentales de nuestra iglesia. En 1219 Sancha Pérez, mujer de Rodrigo Pérez, dona al prior Rodrigo Fernández y al convento de San Marcos de León unas casas en Benavente que están en el atrio de San Martín. Entre los confirmantes aparece un capellán, don Juan, que lo debía ser de la iglesia. En 1243 se menciona la presentación de la iglesia de "San Martín de la Puebla de Benavente", hecha por el maestre don Fadrique, rogando a don Gonzalo Martínez, prior de San Marcos de León, que le diese la cura de almas.

En el inventario de parroquias del obispo de Oviedo Gutierre de Toledo (1377-1389) se incluye este templo en el arciprestazgo de Benavente, con sus derechos de presentación y la partición de los diezmos:

"San Martino de la dicha villa húsala apresentar el comendador d'Estriana. Es capellán della Alfonso Gil. Los diezmos desta eglesia pártense en esta manera: el obispo lieva la terçia parte de pan e vino e ajos e çebollas e lino e otra terçia parte del pie de altar et todo lo al liévalo el capellán. En esta eglesia ha tres capellanías servidas e la una lieva el capellán, las otras dos Miguel García e Iohán Martínez, clérigos. Paga de procuraçión [...] mrs. Riende esta capellanía con la otra capellanía [...] mrs".

En el libro de actas del Concejo de 1434, San Martín figura como una de las diez parroquias benaventanas que contribuyen al segundo y tercer repartimientos del pedido real del año 1433. Aparece asociada a Santa María del Azogue y San Pedro: "Sancta María del Açogue e San Pedro e San Martín 5.162 mrs".

En 1572 el VI conde de Benavente, Antonio Alfonso Pimentel, formaliza una carta de permuta con Alonso García, cura de la parroquia de San Martín en Benavente, por la cual éste cede al primero una tierra situada en el término de Monesteruelo que pertenece a la capilla de San Martín o de la Trinidad, que se encuentra en la citada iglesia de San Martín, y el conde cede a dicha capilla cinco heminas de trigo anuales situadas sobre el molino de Villabrázaro.

Sobre las características del templo no contamos con datos. Su fábrica no debía ser de gran mérito, pues del documento mencionado de 1188 se deduce que no estaba construida con piedra de sillar, como Santa María del Azogue o San Juan del Mercado: "sicut in Benevento melior illa non sit excepto illas que ex lapidibus fectis construuntur". Lo que si sabemos, por referencias del XVII, es que el edificio estaba muy próximo a la muralla: "Camarzana a de azer seis tapias a las espaldas de San Martin y la muralla [...] Calzadilla quatro tapias a las espaldas de la parroquia de San Martin encima destas".

Ledo del Pozo consigna su pertenencia a los santiaguistas, agregada a la encomienda de Estriana: "fue una de las iglesias más florecientes en la primitiva planta de la villa; en fin del siglo pasado fue agregada a Santa María la mayor".

Durante el siglo XVIII debió consumarse la decadencia del templo, probablemente por la mengua de sus parroquianos. Según Eduardo Fuentes Ganzo la iglesia fue cerrada al culto en diciembre de 1798 por orden del Tribunal eclesiástico de la Vicaría de San Millán. Su feligresía fue adscrita a Santa María del Azogue. El último párroco de San Martín, hasta 1798, fue Juan Pérez.

Restos de la iglesia estaban aún en pie a mediados del siglo XIX. En el Diccionario de Madoz se menciona como una de las cuatro iglesias desaparecidas a finales del siglo XVIII de las que aún se conservaban escombros. En 1856 Manuel Gil Parra solicitaba licencia al Ayuntamiento para edificar una casa en “la iglesia caída de San Martín”.

lunes, 19 de enero de 2015

Reseña histórica de las parroquias, iglesias y ermitas de Benavente - San Juan del Reloj

Emplazamiento de la desaparecida iglesia de San Juan del Reloj

Iglesia / advocación: San Juan Evangelista.
Otras denominaciones: "Santibáñez", "San Juan del Reloj", "San Juan del Concejo", "San Juan de los Caballeros".
Categoría: Parroquia.
Localización: A la altura de los números 16-20 de la calle de Santo Domingo.
Patronos / presentación: Presentación de los condes de Benavente por cesión del derecho de los feligreses.
Fundación: Sin datos.
Primera mención documental: 1339.
Desaparición: Hacia 1825.
Cofradías y capellanías: Cofradías del Santísimo Sacramento y San Bartolomé.

La iglesia de San Juan del Reloj, sede de la parroquia benaventana del mismo nombre, ha sido considerada tradicionalmente como una de las más antiguas e importantes de la villa. No obstante, su identificación y localización concretas han traído consigo frecuentes equívocos. A ello han contribuido las diversas denominaciones utilizadas en los diplomas para referirse a la misma: "San Juan del Relox o del Reloj", "San Juan de los Caballeros", "San Juan del Concejo", "San Juan Evangelista" y "Santibáñez". Esta última variante fue la que hizo mayor fortuna durante los siglos XIV y XV, así como la de San Juan del Reloj.

La existencia de otra parroquia homónima, bajo la advocación de San Juan Bautista, ha añadido mayor confusión si cabe, por cuanto en los documentos más antiguos se habla simplemente de Sancti Iohannis o San Juan, sin especificar más detalles. Lo cierto es que a pesar de su supuesta antigüedad no contamos con noticias concretas sobre su origen o fundación, y los datos sobre su trayectoria histórica anteriores al siglo XV son muy escasos. Las primeras noticias seguras sobre su existencia datan de mediados del siglo XIV.

La historia de esta iglesia estará para siempre unida al famoso reloj que albergaba en su torre, y que adquirió notoriedad en el refranero popular. Las primeras referencias a este artilugio mecánico son de la segunda mitad del siglo XV, cuando en los libros del Concejo se asientan varias partidas para el pago del salario del "reloxero". Según Fernández Brime, esta fama se debía a "oírse, según dicen, en el radio de algunas leguas". En fecha no determinada el reloj fue trasladado a la iglesia de Santa María del Azogue, donde su mantendrá hasta su incendio de 1738. A partir de entonces, como relata Juan Carlos de la Mata, fueron varias las recomposiciones y arreglos documentados, así como su destrucción por un rayo en 1877.

La iglesia de San Juan del Reloj fue utilizada tradicionalmente como sede de las reuniones del concejo, así como también ocurrió habitualmente con las dependencias próximas del propio monasterio de Santo Domingo. Esta costumbre secular debe ponerse en relación con la existencia en sus proximidades de una construcción conocida como el “castillo del concejo”, lo que parece delimitar un espacio urbano de profundo carácter concejil.

La proximidad de esta parroquia con este "castillo" se comprueba por un documento de 1339 del monasterio de Santa Clara en el que se deslindan unas casas junto a la calle del Barrero y el “castillo de Santibáñez”. El Barrero, lugar de donde se surtían los vecinos para obtener el barro para tapiales y adobes en sus construcciones tradicionales, se identifica por la documentación municipal con el entorno de San Juan del Reloj. Próximas a la iglesia, y por tanto al "castillo", se menciona también en un documento de 1397, un postigo o puerta, una torre y un lienzo de muralla que recibe el nombre de "çerca vieja". Este resto de una muralla primitiva se encontraba, a juzgar por los deslindes de una casa en este mismo diploma, en lo que fue conocido tradicionalmente como “espaldas” o “espaldones” del monasterio de Santo Domingo, es decir en la actual Ronda Madrid, próximo ya a su intersección con la costanilla de Valladolid.

En el libro de actas del Concejo de 1434, San Juan del Reloj figura como una de las diez parroquias benaventanas que contribuyen al segundo y tercer repartimientos del pedido real del año 1433. Se menciona aquí como Santibáñez: "Santivannis 1.317 mrs". Como San Juan del "Relox" es citada en 1459 en una de las reuniones del concejo: "Este dicho dia estando en la eglesia de Sant Juan del Relox de la dicha villa en conçeio por canpana tannida, segunt que lo han de vso e de costumbre de se ayuntar al dicho conçeio".

José Almoína Mateos consideró esta iglesia de orígenes templarios y la sitúo “en la antigua calle de su nombre -hoy de Julián Besteiro- no lejos del lugar que ocupa actualmente la Casa del Pueblo”. El Diccionario de Madoz alude a sus escombros al sur del corrillo de San Nicolás, “hacia el centro de la población”. Efectivamente, parece que su localización exacta debe situarse a la altura de los números 16-20 de la actual calle de Santo Domingo. Hasta hace no hace muchos años se conservaban unos gruesos muros de mampuesto de cuarcita en la parte trasera de estas viviendas, ya en la calle Costanilla de Santo Domingo, que podrían corresponder con restos de dicha parroquia. Varias calles de su entorno han perpetuado su memoria en el callejero tradicional y oficial como la "Costanilla alta" y la "Costanilla Baja" de San Juan del Reloj. El templo fue sede de las cofradías del Santísimo Sacramento y de San Bartolomé.

Como otras iglesias benaventanas, los condes de Benavente disfrutaron del patronato de San Juan del Reloj por la cesión del derecho de sus feligreses. Según la documentación condal: "presenta, así mismo Su Excelencia el beneficio curado de la parroquial de San Juan de los Caballeros, por cesión que de él hicieron el cura y feligreses, como consta de la escritura del margen. (Al margen) Escritura otorgada en Benavente, 28 de noviembre de 1656 por ante Alonso González, escrivano de su número".

En los libros de fábrica hay referencia de obras durante el siglo XVIII para renovar el solado del templo. La transcripción es de José Muñoz Miñambres:

“Propuso José Rodríguez que tiene muchas veces reconocido el piso de esta iglesia y que está indecente, por ser piedra de guijarro y morrillo, que regularmente sin poderse remediar se está desempedrando y los fieles que concurren a orar están con bastante penalidad arrodillados y las gradas del altar mayor son de madera indecentes. También están sin tarimas proporcionales los dos altares de Nuestra Señora y San Bartolomé. Y que por ser mucho el amor y cariño que tiene a esta iglesia tiene voluntad de solarla de piedra de Brime y Quintanilla en conformidad a como acaba de enlosar la de Renueva”.

En 1764 tenemos noticia de la entrega de una parte de las alhajas y ornamentos litúrgicos del oratorio de la Fortaleza a la iglesia de San Juan del Reloj. Por aquel entonces ya no era posible la celebración de misas en el Castillo, al haber cesado los motivos por los que se concedieron, según un breve del Papa de 1760. La entrega fue hecha por la condesa-duquesa de Benavente, María Josefa Pimentel, como consecuencia de una instancia del cura párroco, Pedro Escobar de Castro, en la que manifestaba la pobreza y necesidad de ornamentos de dicha parroquia, por entonces bajo el patronato de los condes.

Todos estos objetos habían sido inventariados por los contadores y entregados por Tomás Calvo Piornedo, capellán que fue del oratorio de la Fortaleza, y depositados en la Cantaduría condal, trasladada desde la Fortaleza hasta el Palacio de San Nicolás. De estos datos se deduce que el Castillo se encontraba en un momento de clara decadencia, y había perdido gran parte de sus funciones residenciales y administrativas.

En julio de 1770, Don Pedro Escobar de Castro aparece en las Respuestas Generales al Catastro de Ensenada de 1752 como preceptor de gramática de la villa y en 1768 como cura de la parroquia de San Juan del Reloj. Este clérigo envió un informe a Madrid con los datos relativos a la capital condal y a su arcedianato para el "Diccionario geográfico" de Tomás López. En su descripción, San Juan del Reloj es una de las 10 parroquias de Benavente. 

San Juan del Reloj debió ser derribada en las primeras décadas del siglo XIX. Tenemos noticia de la concesión su beneficio curado en 1815 al presbítero Manuel Fernández de las Omañas, por muerte de su anterior titular José Daria Valcarce. En 1825 su feligresía fue agregada a la parroquia de San Andrés, "cuya iglesia, hacia algunos años se había derruido”, en palabras de Fernández Brime. Todavía en 1856 las autoridades municipales aluden a “la arruinada iglesia de San Juan de los Caballeros”, con ocasión de la concesión de un terreno a un particular para construir un lagar.

Según Ledo del Pozo, esta denominación "de los Caballeros" se debe a que en los primeros tiempos la mayor parte de los caballeros de la Villa pertenecían a esta parroquia. Este mismo autor nos informa de que aquí tomó las aguas del bautismo el príncipe de Anglona, hijo de Pedro Alcántara Téllez-Girón, duque de Osuna, y María Josefa Pimentel, XV condesa de Benavente.

Se trata, por tanto, de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pimentel (1786-1851), que fue un destacado militar durante la Guerra de la Independencia y director del Museo del Prado. Cuenta Francisco Fernández de Bethencourt que, estando de paso su madre María Josefa, nació en Quiruelas de Vidriales el 15 de octubre de 1786 y fue bautizado en esta iglesia benaventana el mismo día por Agustín González Pisador, obispo de Oviedo. Su padrino fue Fray Francisco Vélez Cosío, caballero de la orden de San Juan y cura de San Juan del Mercado. En el cuadro de Goya "Los duques de Osuna y sus hijos" (1788), el futuro príncipe de Anglona aparece sentado en un cojín a los pies de su madre tirando, mediante un cordón, de una calesa de juguete.

"Los duques de Osuna y sus hijos", por Francisco de Goya (1788) Museo del Prado

Calle Alta de San Juan del Reloj

Transcribimos a continuación la adjudicación de su beneficio curado en 1815.

"Ángel Álbarez Quijano, notario mayor de asiento de esta Audiencia y Tribunal Eclesiástico de la Vicaría de San Millán y sus partidos, en el obispado de Oviedo, sede vacante.

Certifico y doy fe, que haviendo vacado por fin y muerte de don Josef Daira Balcarce presbítero el beneficio curado de San Juan de los Caballeros de esta villa de Benavente, su último y pacífico poseedor, se opuso en este tribunal con presentación a su favor estendida por la excelentísima señora doña María Josefa Alfonso Pimentel, condesa duquesa de Benavente, mi señora, don Manuel Fernández de las Omañas, presbítero, actual párroco del lugar de Lobeznos en el obispado de Astorga, a quien se hubo por tal opuesto; y después de haverse oído en la causa la oposición, que con presentación de los feligreses hizo don Joaquín Chamorro presbítero, vecino de esta villa y al fiscal eclesiástico, quanto expuso sobre el estado de la yglesia, puesta en el perfecto de conclusión y citadas las partes, se dio sentencia que a la letra dice así:

En el pleito y causa beneficios que en este tribunal eclesiástico de la Vicaría de San Millán ha pendido y está sustanciada sobre la provisión y adjudicación del beneficio curado de la parroquial de San Juan de los Caballeros de esta villa, entre partes, de la una don Manuel Fernández de las Omañas, párroco del lugar de Lobeznos, don Joaquín Chamorro, presbítero vecino de esta villa, Antonio garcía del Pozal, y Miguel Paniagua, procuradores en sus respectibos nombres, y de otra por la separación de dicho don Joaquín, el fiscal eclesiástico de esta Vicaría, por el derecho ordinario. Vistos. Fallo atento a los autos y méritos del proceso a que en lo necesario me refiero, que por lo que de ellos resulta, debo declarar y declaro haber bacado y estar al presente bacado dicho beneficio curado de San Juan de los Caballeros, por fin y muerte de don Josef Daira Balcarce, su último y pacífico posehedor, ser de patronato laical y de una sola boz, que reside en los excelentísimos señores condes duques de Benavente a motibos de la cesión hecha por los vecinos y parroquianos de la parroquia citada de San Juan, y por quanto en la presente bacante, la excelentísima señora condesa duquesa doña María Josefa Alfonso Pimentel, en tiempo y forma debida, dio su voz, voto y presentación de dicho beneficio curado a el expresado don Manuel Fernández de las Omañas, quien la califico con su clericato [...]".

sábado, 13 de diciembre de 2014

De epigrafía benaventana (VI) - La partida de nacimiento de San Juan del Mercado



La iglesia de San Juan del Mercado constituye un ejemplo de iniciativa constructiva patrocinada por una orden militar que contribuyó al proceso de repoblación de la villa de Benavente. Su propietaria, doña Aldonza, hija de los condes Osorio y Teresa, había iniciado su fábrica en una fecha no determinada. En 1181 recurrió a la orden del Hospital de San Juan para asegurar la continuación de las obras, paralizadas debido al alto coste que suponía la construcción de una iglesia románica en piedra de sillar.

Los hospitalarios se hicieron cargo de la iglesia y aseguraron su culminación a través de la asignación de diversos bienes y rentas situados en aldeas del alfoz benaventano. De esta forma, de igual forma que ocurrió con San Martín con respecto a los caballeros santiaguistas, San Juan paso a formar parte del dominio de la Orden de San Juan. Todos estos datos los conocemos por el documento de traspaso de la obra del templo, fechado en septiembre de 1181.

En el interior de la iglesia encontramos una inscripción que nos sitúa en estos momentos del inicio de la fábrica románica. Nuestro epígrafe debe interpretarse como una "datatio". En la clasificación tipológica propuesta recientemente por María Encarnación Martín López y Vicente García Lobo, las "datationes" se definen como inscripciones que consignan solamente una fecha consistente, la mayoría de las veces, en el año introducido normalmente por la fórmula "Era" o "Anno".

Este tipo de inscripciones suelen interpretarse como recordatorios de obras de construcción, reforma o ampliación de templos o edificios. En algún caso se ha querido ver una intención funeraria, para identificar y fechar enterramientos. Contamos con otros ejemplos similares en San Isidoro de León o en el monasterio de Moreruela. En San Isidoro se consigna la fecha 1124 (E[RA] MCLXII) en uno de los sillares del exterior del ábside norte, mientras que en Moreruela la inscripción “E MCC”, situada en el exterior de uno de los absidiolos de la cabecera, ha servido para acreditar la construcción cisterciense de la iglesia al menos desde 1162.

La inscripción de San Juan del Mercado se encuentra en el arco que comunica el presbiterio con el ábside norte. El texto está labrado a la altura del primer sillar en una sola línea. A diferencia de otros epígrafes que pudieran parecer similares, este no tiene un sentido funerario y sólo cabe interpretar como la datación de un momento de la construcción del templo en el año 1182. Tampoco parece poder relacionarse con la consagración del templo, pues ningún otro dato induce a ello como sería la mención del obispo consagrante o la advocación.

La lectura del epígrafe no ofrece dificultades, salvo la abreviatura (A), que puede corresponder al mes de abril o agosto. Está escrito en capitales carolinas.

ERA M CC XX KLS A

Era millesima ducentesima vigesima. Kalendas Aprilis (o Augustas)

Año 1182




domingo, 23 de noviembre de 2014

De epigrafía benaventana (V) - La última morada de doña María


Espacio de la iglesia donde se encuentra la inscripción

Muy pocos testimonios documentales tenemos sobre la edificación de la iglesia de Santa María del Azogue. Por afinidad estilística con la iglesia de San Juan del Mercado, de la que sí contamos con datos más precisos, se ha supuesto que ambas habrían sido iniciadas en el último cuarto del siglo XII, coincidiendo con la repoblación de la villa por Fernando II y la concesión de los fueros. Fue concebida desde un principio como el templo principal de la villa, y de ello dan fe sus dimensiones y su ambicioso plan, con cinco ábsides en la cabecera, cuatro portadas y un transepto muy marcado volumétricamente. Su propia denominación: “del Azogue”, esto es, del mercado, la sitúa en uno de los lugares más privilegiados del primitivo plano urbano.

En 1230 se menciona ya el templo en un documento de la catedral de Oviedo. El obispo de Oviedo, Juan, cumpliendo la avenencia hecha con el prelado de Compostela, por rentas exigidas por este a la diócesis de Oviedo, se compromete al pago de 120 áureos cuando los pida al de Compostela en la iglesia de Santa María del Azogue: "...apud Benaventum in ecclesia de Sancte Marie de Azogue...", y a dar 5 áureos por cada día de retraso.

Nos ocupamos ahora del que es, sin duda, el más antiguo testimonio epigráfico de Santa María del Azogue y, a la vez, primera noticia de esta iglesia. Su examen resulta realmente problemático, pues actualmente existen diversos elementos que ocultan y dificultan su lectura. Por ello la inscripción pasa totalmente desapercibida para la mayoría de los visitantes.

Se encuentra en el interior del templo, al pie del acceso meridional, junto a un lucillo del crucero y grabado en un sillar bastante desgastado. La sobrepuerta de madera, que hace de "cortavientos", parte en dos el epígrafe y oculta una parte del texto. A estos inconvenientes hay que añadir la reja que cierra una hornacina próxima y algunos pegotes de cemento sobre el propio sillar. Todas estas dificultades no impiden constatar que estamos ante un epígrafe funerario.

Hacia 1903 Manuel Gómez Moreno pudo leer la mayor parte del texto, con la excepción del nombre completo de la difunta. En aquel momento no debía de existir la sobrepuerta, cuya colocación debe situarse con posterioridad a la restauración del arquitecto Ferrant, en los años 30. Su lectura es la siguiente:

Hic [requiescit] dop[na mar]ia ore
pro ea era M CC LX
IIII idus madii

Parte visible del epígrafe

La lectura que hizo más recientemente Máximo Gutiérrez Álvarez sigue en lo fundamental a Gómez Moreno, pero aporta algunas precisiones y la traducción del texto. La parte visible mide 31 x 30 cms. En la caja del texto sólo se aprecian las tres últimas líneas, de 18 x 25 cms. La letra es pregótica de 50 mms. de altura.

[HIC REQVIESCIT]
[DOPNA MARIA ORE]
PRO EA ER[A M CC LX]
IIII : IDVS : M[ADII]

[Hic requiescit dompna Maria Orate] pro ea. Er[a millesima ducentesima sexagesima], quarto idus m[adii]. 

Aquí descansa doña María. Orad por ella. Doce de mayo del año 1222.

En esta lectura de Máximo Gutiérrez hay un error manifiesto en la fecha, pues la Era MMCCLXIIII corresponde al año 1226, tal y como lee Gómez Moreno.

Parte del epígrafe semioculta tras la reja

Sobre la identidad de esta misteriosa doña María, a falta de certezas no podemos sino hacer conjeturas, siempre y cuando aceptemos la lectura y restitución del nombre realizada por Gómez Moreno. En los siglos centrales de la Edad Media el tratamiento de "don" y "doña" estaba reservado a personas con cierta preeminencia social, bien por pertenecer a familias nobiliarias o bien por contar con unos bienes patrimoniales importantes. Como en la inscripción no se consigna el apellido o filiación de doña María, debemos suponer que este era el nombre con el que fue conocida popularmente. En cualquier caso, el uso de este tratamiento dentro de un epitafio indica un especial prestigio dentro de la comunidad de vecinos o parroquianos.

Buscando entre los documentos medievales de la primera mitad de siglo XIII alguna posible candidata que reúna estos requisitos encontramos a doña María Domínguez, mujer de don Giraldo e hija de Domingo Muñiz de Velilla o Villela, quien en 1221 hacía una donación al monasterio de San Martín de Castañeda de la yugada que poseía en Santa Cristina de la Polvorosa, comprada junto con su anterior marido don Cristóbal, y recibe el usufructo vitalicio de varios bienes, y otros en propiedad. Estos bienes pasarían al monasterio a la muerte de la donante. Velilla era una antigua aldea del concejo situada entre Benavente y Santa Cristina.

Por este documento sabemos que doña María estaba muy vinculada a Benavente, donde con toda probabilidad residía, pues entre los bienes de los que disfrutará se encuentran casas en la villa, viñas en los pagos de Valcarrero y Valdegata, así como dos bancos en la "carnicería vieja". En el texto que conservamos no consta la elección de sepultura en el monasterio de San Martín de Castañeda, hecho muy habitual en este tipo de documentos, por lo que nada impide que hubiera elegido la parroquia de Santa María del Azogue como última morada.

El epígrafe parece ser un recordatorio del lugar donde reposaban los restos de esta mujer influyente. Pudo ser realizado por sus propios familiares, o también por la comunidad de clérigos, tal vez en agradecimiento por haber realizado importantes donaciones piadosas para el sostenimiento del templo o por su especial vinculación con la parroquia.

martes, 14 de octubre de 2014

De epigrafía benaventana (IV) - Acogerse a sagrado en Santa María del Azogue

Vista del epígrafe en la portada sur de Santa María del Azogue

El protagonista de El Buscón de Quevedo, en uno de los episodios del Libro Tercero, acaba teniendo un incidente con la ley en Sevilla y tiene que refugiarse en la Catedral:

"El alguacil puso la justicia en sus pies y apeló por la calle arriba dando voces. No lo pudimos seguir, por haber cargado delantero. Y, al fin, nos acogimos a la Iglesia Mayor, donde nos amparamos del rigor de la justicia".

En realidad, Pablos, en su huida, no hace sino hacer uso de una garantía ampliamente reconocida en los textos jurídicos desde la Edad Media, con antecedentes incluso en la Antigüedad: el derecho de "acogerse a sagrado". Las iglesias podían convertirse en determinadas circunstancias en un recinto inviolable, refugio ocasional de los proscritos y los perseguidos, tuvieran o no la verdad de su parte. Traspasar el umbral de este recinto suponía entrar en una nueva jurisdicción, la eclesiástica, con unas formas y tiempos distintos a los del mundo profano.

A sagrado también se acogieron las personas huyendo de la violencia entre particulares, con la esperanza de que el agresor, cristiano a la postre, cesara en su empeño dentro del recinto de una iglesia. Pero no siempre esto era garantía de inviolabilidad. Cuando a mediados del siglo XV los hombres del Conde de Benavente, perseguidos por los seguidores del Marqués de Astorga, se refugiaron en la iglesia de Gordoncillo, estos no dudaron en prender fuego al templo y acabar con sus vidas. El relato de tan triste suceso fue recogido en la Crónica de Enrique IV, de Galíndez de Carbajal:

"Trescientos y cinquenta hombres del Conde de Benavente vinieron huyendo de la gente de a cavallo del marqués de Astorga y metiéronse en la iglesia de la villa de Gordoncillo y los que los seguían pusieron fuego en las puertas de la iglesia; y como una muger quisiese librar del fuego dos niños hijos suyos, dos de a cavallo de los contraraios por cobdicia de tomar la muger fueron allí quemados con ella y con sus hijos; y con todos los que en la iglesia estavan perecieron allí".

En las portadas sur y norte de Santa María del Azogue de Benavente encontramos sendos epígrafes del siglo XVIII, concretamente de 1773, anunciando que esta iglesia estaba señalada para el asilo y sagrado de los reos. En ambos casos, las inscripciones fueron grabadas sobre grandes sillares, distintos en tamaño y calidad a los originales románicos. Por lo tanto, las piedras se labraron ex profeso y hubo un interés manifiesto de dar notoriedad al anuncio aquí escrito.

El 14 de enero de 1773 una real cédula de Carlos III venía a regular el derecho de asilo de que gozaba la Iglesia, limitándolo a un templo en cada una de las poblaciones, o a lo sumo dos en ciudades más grandes. A su vez esta norma se basaba en un breve del Papa Clemente XIV expedido el 12 de septiembre de 1772 por el que se mandaba a los prelados y ordinarios eclesiásticos de España e Indias que con la mayor prontitud, y a lo más dentro de un año, señalasen en cada lugar sujeto a su jurisdicción, una o a lo más dos iglesias o lugares sagrados, según su población, en las cuales se guardase y observase solamente la inmunidad y asilo, según la forma de los sagrados cánones y constituciones apostólicas.

Algunas restricciones a este derecho ya se habían establecido en el concordato firmado en 1737 entre Felipe V y el Papa Clemente XII, en el cual se habla de "Templos de asilos" e "Iglesias frías". En éstas últimas solamente se admitiría el asilo si estuviera expuesto el Santísimo. Más tarde, Clemente XIII (1758-1759) excluyó de este derecho a los asesinos.

Así pues, según las instrucciones derivadas de toda esta legislación, y en particular la del año 1772, debían ser los obispos quienes señalaran en cada lugar el templo o templos apropiados para estos fines. Por tanto, en Benavente, perteneciente desde tiempos medievales a la diócesis de Oviedo, hay que pensar en Agustín González Pisador (1709-1791) como el inspirador en última instancia de estos dos epígrafes.

Los dos textos de Santa María del Azogue son prácticamente idénticos en su contenido. Están grabados en letras capitales de buena factura y sin abreviaturas. Su lectura no ofrece mayores dificultades. Ambos constan de cinco líneas, aunque en el primero de ellos la última línea presenta una letra mucho más pequeña. Su lectura es la siguiente:

ESTA YGLESIA ESTA SEÑALA
DA PARA EL ASILO Y SAGRA
DO DE LOS REOS BENAVENTE
Y DICIEMBRE VEINTE Y SE
IS DE 1773

Epígrafe 1 (portada sur)

ESTA YGLESIA ESTA SE
ÑALADA PARA EL ASILO
Y SAGRADO DE LOS REOS
BENAVENTE Y DICIENBRE
26 DE 1773

Epígrafe 2 (portada norte)

domingo, 28 de septiembre de 2014

De epigrafía benaventana (III) - El patio de la Casa de Cultura de la Encomienda

Aspecto de la fachada trasera de la Casa de la Cultura de la Encomienda

El patio de las antiguas Escuelas de niños de la Encomieda, hoy Casa de Cultura, es un espacio poco conocido del callejero benaventano, pues no es directamente accesible desde el exterior. Desde él se puede contemplar una panorámica muy interesante de la fachada trasera del edificio, obra en ladrillo del arquitecto Segundo Viloria.

Pegado al muro interior del recinto existe una especie de cobertizo, de fábrica moderna, donde se han ido recogiendo lápidas y restos constructivos de procedencia diversa. Varias de estas piezas parecen ser las mismas que estuvieron expuestas a la intemperie durante años en los jardines de la Mota.

Este improvisado lapidario fue visitado por quien escribe estas líneas en el año 2010. Las piezas se encontraban entonces totalmente desordenadas, apiladas unas encima de otras, rotas la mayoría en incierto número de pedazos y con un lamentable aspecto que ofendía la sensibilidad del espectador. Parecían estar suplicando una nueva oportunidad y un digno destino, más acorde con la nobleza de su origen.

De entre las piezas inspeccionadas solamente pude reconocer y fotografiar aquellas que estaban en la primera línea del cobertizo. Las menos accesibles requerirían mover todo el conjunto y seguramente limpiarlas previamente. Ignoro si alguno de los epígrafes que ahora se transcriben incompletos pudieran completarse con otros fragmentos aquí existentes.

Cobertizo convertido en lapidario (estado en 2010)

El primer epígrafe es una losa cuadrada incompleta que conserva siete líneas de texto y sus márgenes originales en el ángulo superior derecho. Fue grabado con capitales de buena factura y se corresponde con una lauda sepulcral. Una moldura cuadrada delimitaba su campo epigráfico. Su transcripción parcial es la siguiente:

...[SEPVUL]TVRA ES DEL ... O
... CARDEÑOSA ME
... LLA Y DE Dª MARIA
[A] ... DEZA SV MVGER
... ON CINQVUENTA
... COFRADIA DE NV
[ESTRA SEÑORA] DEL ROSARIO P

Epígrafe nº 1

La alusión a la Cofradía del Rosario apunta al desaparecido monasterio de Santo Domingo de Benavente como la procedencia más probable de esta pieza. La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario y San Ildefonso, o del Nombre de Dios, fue fundada, en efecto, en el convento de Santo Domingo y allí existía una capilla y camarín, donde fueron enterrados varios de sus cofrades.

Según precisa Ledo del Pozo, fue también conocida vulgarmente como "Cofradía de los Juramentos". Esta institución "mantenía a sus expensas, doce ancianos de la villa en un local situado al efecto, que era la casa, donde actualmente está el tinte de Sepulcro. En 1512 Bernardo Alonso y Gonzalo de Frías, Alcaldes, Alonso de Rojas, Mayordomo y Juan de Mayorga, Escribano de ella trataron de deshacer los restos de noventa libras de cera que habían labrado en el Agosto del año anterior para fabricar nuevas velas y cirios para la festividad del Rosario, que celebraba la Cofradía en la Octava de la Asunción de Nuestra Señora; pero por un prodigio especial hallaron que los pequeños pedazos, que habían quedado de las velas y cirios que habían servido en las festividades del año, apenas habían pedido tres o cuatro libras de cera y reconociendo en esta maravilla, cuan acepta era a Dios esta cofradía".

El segundo epígrafe es una losa alargada que presenta la moldura en su margen derecho y de manera parcial. Es también, como el anterior, una lauda sepulcral procedente probablemente del monasterio de Santo Domingo. Se conservan 12 líneas grabadas en capitales. La reconstrucción de su texto resulta muy dificultosa al faltar los nombres de los propietarios del sepulcro. Su lectura incompleta es la siguiente:

... [SEPULTU]RA ES DE
... OZ Y DE H
... REZ SV MV
[GER Y S]VS HIJOS Y
[SVCESORES] ... ENTES DI
... LLA AR STE
... O 200 REA
[LES] ... RONDOSO
... CHO CON
NODIA DE
... SOLA ELO
... SANCTO D
[OMINGO] ...

Epígrafe nº 2

El tercer epígrafe es un pequeño fragmento pizarroso de forma irregular. Varias de las letras son ilegibles pues se han desprendido lascas de la pieza original. Solamente muestra su margen en lado derecho. El texto conservado es tan pequeño que muy pocos datos se deducen de la naturaleza de la inscripción. Apenas un apellido y una fecha se atisban en las cinco líneas.
.. ACE ...
... CALVO ...
... SA ... FA ... LE
... 3 DE MAYO
... SA
...03...

Epígrafe nº 3

martes, 2 de septiembre de 2014

De epigrafía benaventana (II) - La portada meridional de San Juan del Mercado

Portada meridional de San Juan del Mercado

Como el resto de parroquias benaventanas, la iglesia de San Juan del Mercado contó desde la Edad Media con su espacio dedicado a los enterramientos. Según fuera el rango social del difunto así era la calidad y exclusividad de su sepulcro. Las familias más adineradas disfrutaron de monumentos funerarios privilegiados en el interior del templo, siempre en zonas próximas al altar. Otros personajes, también relevantes, mandaron construir arcosolios, tanto fuera como dentro del templo. Los más antiguos se conservan en los muros de la fachada sur y occidental. Para el resto de los parroquianos, la inmensa mayoría sin duda, su última morada se limitaba a una modesta tumba en el recinto exterior de la iglesia.

Este es precisamente el significado originario de la palabra "coemeterium", el espacio cercado perteneciente a las iglesias y ermitas destinado a enterrar cadáveres. Es por ello que los muros exteriores de San Juan del Mercado, en su parte más baja, están hoy repletos de cruces y grafitos que servirían para identificar y localizar algunas de estas tumbas.

Un caso particular es el epígrafe funerario que nos ocupa. Fue esculpido en la jamba izquierda de la puerta meridional, la más monumental y de mayor desarrollo iconográfico de los tres accesos románicos que conserva la iglesia.

El texto fue grabado una vez que las jambas de la portada estaban colocadas, y aprovechando la superficie lisa y cóncava de una de ellas. Ello significa que la sepultura se encontraría originalmente a los pies del epígrafe, tal vez junto al umbral de la puerta.

No debe extrañarnos que el protagonista de nuestro epígrafe se quisiera enterrar ante la puerta de entrada a la iglesia, pues esto es algo bien conocido en las prácticas funerarias medievales. El abad Domingo Manso fue enterrado en el siglo XI ante la puerta de los monjes en Santo Domingo de Silos, y por la misma época el abad Sabarico, elegía sepultura  junto al acceso meridional de San Miguel de Escalada, con la clara intención de que los monjes lo tuvieran presente al entrar en el templo. También se nos informa que el mismo fue el responsable de la construcción de este arco

Un caso similar encontramos en la iglesia berciana de Santiago de Peñalba, donde las recientes excavaciones localizaron una sepultura de cista en el umbral de la puerta norte. El enterramiento debe corresponderse con el epígrafe del abad de origen francés Esteban (1103-1132), que se sitúa en la jamba izquierda de dicha puerta.

Nuestra inscripción se desarrolla en once líneas. El grabador tuvo que adaptarse a las particulares dimensiones de la jamba. Por ello inserta muy pocas letras en cada línea y el epígrafe resulta alargado. El bloque de la jamba mide 134 x 17 cms, mientras la caja del texto mide 46 x 16cms.. La factura de la grafía es buena, aunque se aprecia una pérdida gradual de la calidad y precisión de la misma en las últimas líneas. Se inicia con una invocación latina y continúa en lengua romance. Para Gómez Moreno se trata de un testimonio "precioso como monumento vetusto del habla leonesa". En cualquier caso, estamos ante el primer texto popular en lengua romance conservado en Benavente.

I NOMIN
E PATRIS A
M AQESTA
SEPVLTV
RA MANDO
FAZER G
IRAL AIME
E POR NYL
OME NO
SER TOLI
DO

Una vez resueltas las abreviaturas el texto queda de la siguiente manera:

I(n) nomine Patris, am(en). Aqesta sepultura mando fazer Giral Aime e por nyl ome no ser tolido.

Su traducción sería la siguiente:

En el nombre del Padre, amén. Esta sepultura la mandó hacer Giral Aime y no sea removido por ningún hombre.

Las variantes de la lectura son poco significativas (Manuel Gómez Moreno, Elena Hidalgo Muñoz, Luis Grau, Máximo Gutiérrez Álvarez, etc.). Solamente el apellido del difunto ha generado algún debate (AISNE según la lectura de Elena Hidalgo Muñoz y Vidal Aguado Seisdedos). Pero parece que la transcripción que hizo Gómez Moreno, su primer editor, sigue siendo válida en lo esencial. La "M" de "AIME" es equivalente en su factura a la "M" de la palabra abreviada "AMEN". Si leyésemos "AISNE", tendríamos que admitir una "S" sin paralelos en su ductus, y una ligadura que no hay en ninguna otra parte del texto.

Otra cosa es la identidad del personaje y la cronología propuesta a la inscripción. Para Gómez Moreno su factura es coetánea a la misma portada románica meridional. Pero Máximo Gutiérrez Álvarez asigna el epígrafe a finales del siglo XIII o principios del siglo XIV, datación demasiado tardía según nuestra apreciación.

Respecto a la identidad del personaje, parece claro que su nombre hay que relacionarlo con la numerosa e influyente comunidad franca existente en Benavente desde los mismos momentos de la repoblación por Fernando II.

El nombre genérico de "francos" designa en realidad a todo el flujo de inmigrantes de origen ultrapirenaico, cualquiera que fuera su nación de procedencia, que se asentó en las villas y ciudades hispanas durante la plena Edad Media. Su frecuente mención en la documentación confirma su sólida implantación dentro del tejido social de la villa y también en las aldeas. Algunos de ellos llegaron a desempeñar magistraturas concejiles, otros tenían apreciables intereses patrimoniales, tanto en Benavente como en su alfoz.

José Ignacio Ruiz de la Peña, en un estudio publicado hace años, realizó un interesante seguimiento de la evolución de la población franca en la ciudad de Oviedo, constatando su implantación en todos los sectores de la vida urbana. Este autor cifra la proporción de francos a principios del siglo XIII en un 20 %, dato que nos parece orientativo.

En cuanto a Benavente, las menciones de francos son bastante frecuentes hasta la primera mitad del siglo XIII: En 1161 es "justicia" de Malgrad Petro Arloth. En la carta de población de 1167, entre el grupo de pobladores designados por Fernando II, figuran el Magister Giraldo y Don Morant. En 1187 Raimundus del Poy, compra la villa de Escorriel al concejo de Benavente por 200 mrs. Entre los confirmantes del documento encontramos a Bernardus Lemouicensis y a su hermano Rubertus Leomouicensis . En 1192 documentamos a Giral Bel. En 1199 son alcaldes de Benavente Gascon y Sthephanus de Busiarac. En 1207 uno de los alcaldes de la villa es Iohannes Giraldi. En 1217 actúan como testigos de una donación Robertus de Cirol, Giraldus Chager, Giraldus de Valle y Giraldus de Ponte. En 1222 documentamos a Bernaldis Aldrac, frater de dompno Rinaldo, Martinus Giraldi presbiter y Petrus Angevini. El recuerdo del paso de esta población por Benavente quedó reflejado también en el callejero: la Rúa de los Francos.

Luis Grau propuso hace unos años al "Magister Giraldo", uno de los veinte pobladores de Benavente en 1167, como posible "Giral Aime". En una sugerente hipótesis llegó incluso a plantear que este Giraldo podría haber sido el artífice de la portada románica, luego enterrado al pie de su obra. El apellido de Giral: "Aime", sería ser una abreviatura de Aimar o Aimeric.

Como vemos, encontramos muchos antropónimos correspondientes a francos y varios de ellos son "
Giral" y "Giraldos". El apellido de Giral: "Aime" evoca, en efecto, a un "Eimar", "Eymarus", "Aimar", "Aymarus", "Aimeric" o "Emerico", tal vez el nombre de su padre, pues en esta época todavía los apellidos mantenían en muchos casos el antropónimo del progenitor.

Los apellidos franceses "Aimee" y "Aimer" figuran en los tratados de heráldica, con representantes repartidos por varios territorios. En el mencionado documento de 1187 de la venta de Escorriel, junto a los hermanos Bernardus y Rubertus Leomouicensis, aparece un Eymarus Catus, que bien podría estar relacionado con nuestro personaje.

La parte final del texto de la inscripción revela una de las preocupaciones habituales del hombre medieval: preservar la memoria de su sepulcro y mantenerlo libre de usurpaciones y profanaciones. La reutilización de las sepulturas o simplemente su destrucción física, fueron prácticas comunes en la historia de las iglesias y sus cementerios. El espacio disponible era siempre limitado y de forma periódica era necesario reorganizarlo (las llamadas "mondas"), dando paso a los nuevos enterramientos. De ahí la expresión de advertencia "e por nyl ome no ser tolido". 

En el epitafio del presbítero Juan, de la capilla asturiana de San Zaornín de Puelles (Villavicosa), leemos una amenaza mucho más contundente: "Aquí descansa en paz el siervo de Dios Juan, presbítero; murió el día 24 de enero del año 969. El que se atreva a mover esta lápida y depositara aquí dentro otro cuerpo, sea condenado en el infierno con Judas el traidor".

El epígrafe funerario del abad Sabarico, en San Miguel de Escalada, fallecido el lunes 25 de octubre del año 1059, nos apercibe de que quien se atreva a sacarlo de este lugar "no tenga parte con Cristo".

Vista de la jamba izquierda en la puerta de entrada a la iglesia

Epígrafe funerario de Giral Aime

Detalle de la inscripción con el nombre de Giral Aime