lunes, 8 de junio de 2009

Crónica menuda del año 1926 - Benavente, la villa zamorana, inaugura sus Escuelas

"Las nuevas escuelas"

En el año 1926 veía la luz la obra de Luis Bello “Viaje a las escuelas de España”. El libro, editado por Magisterio Español, fue impreso en los talleres madrileños de Tipografía Artística, en la calle de Cervantes. Como bien apunta Josefina Rojo Ovies, Luis Bello Trompeta (1872-1935) es, al igual que Ciro Bayo, Manuel Ciges Aparicio, José María Salaverría o Manuel Bueno, uno de los integrantes "menores" de la llamada Generación del 98. Su labor creadora nunca gozó del reconocimiento de otros miembros más ilustres de este colectivo, y por ello su obra es poco conocida. Nacido en Alba de Tormes, Bello colaboró habitualmente en "El Imparcial", "El Sol", los semanarios "España" y "La Esfera", la revista mensual "La Lectura", etc.

Los artículos que integran "Viaje a las escuelas de España" fueron publicados en "El Sol" durante el año 1922 bajo el título "Visita de escuelas". El éxito de estas crónicas le animó a recopilarlas en el año 1926 "tal y como salieron, sin enmienda apenas".

En su viaje por las tierras de Salamanca, Ávila y Zamora, Bello se dejo acompañar por Filiberto Villalobos y Fernando Íscar. El primero era entonces médico y Consejero delegado de la Caja Regional de Previsión Social. Posteriormente, como es bien sabido, Villalobos desempeñaría el cargo de Ministro de Educación durante los años de la II República. Íscar, por su parte, era Presidente de dicha Caja Regional de Previsión. Esta institución construyó en menos de dos años veintisiete escuelas en las tres provincias.

De su visita a Benavente dejó escritos los siguientes párrafos:

“Pero no es fácil adelantarse a imaginar lo que es la villa de Benavente, aun teniendo ya noticia de su genio comercial y trabajador. Desde que entramos en ella nos envuelve el trajín del mercado. Subimos por una plaza en cuesta la plaza de los Bueyes, porque allí compran y venden los ganados, hacia el Corrillo de San Nicolás y la Rúa. La calle de Toledo en día de verbena puede dar idea de lo que es un mercado en Benavente. Antes bajaban de Ponferrada y hasta de Galicia, en años malos, a surtirse de grano trigo y centeno, y se lo llevaban en cueros de cabra. Ahora el radio quizá sea más extenso, porque muchos pueblecitos de los contornos tienen mejores vías de comunicación. Desde los charros hasta los leoneses llegan al Ferial y se llevan su buen ganado, sus aperos de labor, sus objetos y utensilios surtidos por el comercio. Podía ser esto el movimiento pasajero de un día de feria; pero siguiendo calle arriba, hacia la iglesia de San Nicolás o San Juan del Mercado, veremos por todas partes un pueblo que trabaja. Los talleres están en marcha; los comerciantes van y vienen detrás del mostrador; en las fraguas se oye el martilleo sobre el yunque. Hay librerías. Bernabé Palenzuela tiene su taller de encuadernador. Muchos médicos, diez o doce; muchos abogados. Todo esto, en una villa que no llega a seis mil habitantes, demuestra gran vitalidad.

Había en Benavente unas escuelas nuevas. Dos salas enormes, construidas con el criterio de hace treinta años, donde los maestros enferman de la garganta sólo para hacerse oír. Estas salas podrían ser divididas y desdobladas. Pero ahora el Ayuntamiento ha encargado a la Junta salmantina otras escuelas, terminadas en un año, las más capaces, las mejores que hemos visto aquí, y cuyo coste, sin embargo, no alcanza a cien mil pesetas. Así estará servido el pueblo y podrá continuar su buena tradición. Enviemos, al llegar al término de su jurisdicción, un saludo a Villalobos y a Íscar. Con el saludo va nuestro deseo de que el Estado favorezca a los pueblos que sepan construirse sus escuelas con una pequeña subvención. ¿No subvenciona las casas baratas? Mucho menos se le pide, y con más justo título, para las escuelas”.

"Escuelas de Benavente (Zamora), tipo de las escuelas nuevas que está construyendo la Caja de Previsión de Salamanca"

"San Juan del Mercado"

También de este mismo año 1926 contamos con otra crónica referente al mismo asunto. Se trata de un artículo firmado por A. de Tormes y publicado en la revista “La Esfera”. Su título: “Benavente, la villa zamorana, inaugura sus escuelas”. Su contenido, muy similar en espíritu al anterior, nos acerca al debate erudito que durante la Dictadura de Primo de Rivera se suscitó en torno a la Educación. Se acompaña el artículo de un reportaje fotográfico con diversas imágenes de la Villa. El texto es el siguiente:

"Puede ser ilusión de nuestra excesiva buena voluntad; pero creemos firmemente que ha empezado en los pueblos de España un gran movimiento de progreso, y que ahora va a realizarse el avance, que tan necesario era, de la instrucción primaria. Benavente, la histórica y laboriosa villa zamorana, acaba de inaugurar sus nuevas escuelas nacionales, construidas para el Ayuntamiento por la Caja de Previsión de Salamanca, Ávila y Zamora. Muchos pueblos de esta región, y también de otras regiones españolas, acuerdan construir edificios escolares o incluyen en sus presupuestos municipales partidas que revelan su preocupación por la primera enseñanza. Es curioso e interesante el hecho de que facilite la construcción de escuelas el pequeño capital reunido por el retiro obrero. Los diez céntimos diarios que obreros y patronos dejan como un seguro para la vejez del trabajador han hecho durante estos dos últimos años más obra que el Estado. Esta iniciativa del Instituto de Previsión constituye una de las ideas más afortunadas y, desde luego, permite confiar en que un lustro bastará para transformar las escuelas de todos los pueblos españoles, si sus Concejos acuden a medios parecidos, ya que no en todas partes sea posible aplicar el mismo. La región de la alta Castilla, así como la leonesa, van a la cabeza en las estadísticas escolares. Benavente contaba ya con unas escuelas muy amplias y, sin embargo, ha levantado otras. No se conforma con sus prestigios históricos y comerciales, sino que quiere demostrar su vitalidad cuidando con cariño la instrucción de sus hijos. Sin llegar a ti Benavente, es difícil saber la fuerza de estas comarcas, que para la mayoría do los madrileños sólo son un recuerdo en las páginas de la Historia. De la villa zamorana apenas se sabe otra cosa sino que tiene un gran castillo, y que los benaventinos han sido siempre mercaderes de encajes de Almagro. Pero el gran castillo, magnífico e incomparable testimonio de la arquitectura entre guerrera y palatina de los siglos XV y XVI, está condenado a ruina definitiva. El abandono ha sido absoluto durante mucho tiempo. Queda la soberbia torre cuadrada con sus cubos y sus bellísimas balconadas, originales y únicas en este género de construcciones, más cuidadosas de la fortaleza que de la gracia. Pero el resto se ha hundido, y hasta las piedras van desapareciendo. El patio de armas es hoy como un gran hoyo, cercado todavía por algunas almenas, que milagrosamente se sostienen en pie. Los lienzos de muralla, partidos y rotos, han ido desprendiéndose y pulverizándose. Una de las torres, más pequeña que la del homenaje, tiene su utilidad convertida en depósito de agua. La villa de Benavente ha cuidado los jardines de la parte alta del castillo, poniendo de su parte todo lo posible para que aquello sea un rincón agradable y un mirador magnífico sobre el valle; pero sus fuerzas no llegan a impedir la ruina del baluarte de los Pimentel. Para esto hubiera sido preciso que un Estado previsor generoso cuidara lo que la nobleza abandona, unas voces por falta de medios y otras por falta de interés por sus propias glorias.

Debería haber dentro de los monumentos declarados nacionales un orden de población; y en este caso, el castillo de Benavente sería, uno de los primeros. Pero este es el pasado. No es posible atenerse a él. El día de morcado acuden todos los pueblos del contorno a comprar y a vender. La plaza de la feria proporciona un espectáculo animadísimo, que sigue por la Rúa arriba y llega hasta la plazoleta de San Juan, donde se alza además del templo, que conserva muros románicos la escuela antigua relativamente antigua, pues debió de construirse hacia el año 80-. Pero, además todas las calles trabajan. Al pasar por tiendas y talleres se oye el martillo en el yunque, la sierra del carpintero, el motor en marcha...; todos los ruidos del trabajo en las ciudades. Estos son los pueblos que, naturalmente, se preocupan de la educación escolar. Los que no quieren que sus hijos vayan al mundo desarmados en una época en que el más fuerte es el que más sabe".

"Mercado en la Plaza de la Reina"

Revista "La Esfera" (1926)

1 comentario:

Anónimo dijo...

hombre; mira lo que se encuentra uno por el internete. Soy Joaquín, compañero del Gil (Dibujo) y tutor de una tal Estefanía (no sé si te suena -jeje-)
Muy bueno tu trabajo. Estás invitado a pasar por mi sitio.

PD. oye, borra este comentario que quita seriedad a tu blog.
un saludo