domingo, 12 de junio de 2022

Doña Aldonza Osorio y la fundación de la iglesia de San Juan del Mercado de Benavente


Detalle decorativo de uno de los fustes de la portada sur de San Juan del Mercado


La iglesia románica de San Juan del Mercado de Benavente constituye un ejemplo bastante bien documentado de empresa constructiva patrocinada por una orden militar, en este caso la Orden de San Juan. La iniciativa debe encuadrarse en las numerosas "pueblas" y fundaciones promovidas en las florecientes villas leonesas durante los reinados de Fernando II y Alfonso IX. A estos cometidos contribuyeron decisivamente los propios monarcas, pero también todo tipo de instituciones religiosas, así como destacados miembros de la nobleza y la aristocracia.

Su fundadora fue doña Aldonza, hija de los condes Osorio y Teresa, que había iniciado su fábrica posiblemente en los años inmediatos a la repoblación de la villa. Esto debió ocurrir a partir de los años 1164 o 1167, cuando se produjo la concesión de los fueros, la fijación del alfoz y la organización de un concejo estable perteneciente al realengo.

Desde un principio, el templo estuvo dedicado a San Juan Bautista y el Santo Hospital, y gozó de un favor especial, pues su obra contó "con el consejo y la autoridad" de la Orden del Hospital de San Juan. Está vinculación se mantendría durante toda la Edad Media.

La mayoría de los datos conocidos sobre los primeros pasos de nuestra iglesia proceden de un interesante pergamino conservado en la Sección Órdenes Militares del Archivo Histórico Nacional. El texto fue dado a conocer en el año 1952 por el profesor Santos García Larragueta. Se trata de un "placitum" o acuerdo, fechado en septiembre de 1181, entre la Orden de San Juan y doña Aldonza Osorio. No consta el lugar, pero a juzgar por las circunstancias que rodearon el pacto y la nómina de confirmantes, parece seguro que la formalización de este documento se hizo en Benavente. De hecho, el escribano: “Nunus notuit confirmat” debe ser el notario del concejo de Benavente, pues lo volvemos a encontrar en otros diplomas de estos años: “Nunus notarius concilii Beneuenti scripsit et confirma”.

En este año de 1181 doña Aldonza recurrió a la Orden para asegurar la continuación de las obras, con dificultades de financiación por la falta de fondos suficientes. Uno de los argumentos para justificar esta ayuda era que la iglesia se había comenzado a levantar con sillares de piedra cuadrados: “cepit hedificare ecclesiam ex sectis in quadratis lapidibus”. Esta expresión podemos considerarla no solo como una alusión específica al empleo de piedra de sillar, sino a una forma de construcción inherente a lo que hoy se conoce como arquitectura románica. Este tipo de fábrica supondría un coste suplementario sobre otro tipo construcciones, que era ahora necesario afrontar.

Los hospitalarios decidieron dar un nuevo impulso a la iglesia y aseguraron su culminación a través de la asignación de diversas heredades y rentas, la mayoría enclavadas en el entorno de Benavente. De esta forma, de igual manera que ocurrió con la iglesia de San Martín con respecto a los caballeros santiaguistas, el templo pasó a formar parte del conjunto de edificios que configuraron el núcleo central de la encomienda benaventana de la Orden de San Juan.

La familia de Aldonza Osorio

Eldoncia o Aldonza Osorio, o simplemente doña Aldonza, fue uno de los ochos hijos documentados de los condes Osorio Martínez y Teresa Fernández. Se considera a Osorio Martínez el fundador o ascendiente de los linajes de los Osorio y Villalobos, con una influyente presencia política en la corte leonesa y destacados dominios patrimoniales en Tierra de Campos. Era hijo del conde Martín Flaínez y de Sancha Gutiérrez. Casó con Teresa Fernández, hija del conde Fernando Fernández y de la infanta Elvira Alfonso, hija del rey Alfonso VI y su "amica" Jimena Muñoz.

El conde Osorio gozó durante bastantes años del favor de Alfonso VII, especialmente a partir de la muerte en 1138 de su hermano Rodrigo durante el asedio de Coria, a quien sucedió en la dignidad condal. Esto le permitió desempeñar diversas tenencias como las de Melgar, Aguilar, Mayorga, Villamayor, Villalobos, Vecilla, Villafrechós o Riba de Tera. Entre 1129 y 1141 aparece repetidamente citado como tenente de Malgrad (Benavente). El desempeño de esta labor podría explicar el origen del patrimonio familiar en el alfoz de Benavente y, en última instancia, de algunos de los bienes entregados por doña Aldonza a la Orden de San Juan.

A la muerte del Emperador, Osorio Martínez se vio involucrado en los conflictos territoriales y las disputas nobiliarias durante la minoría de Alfonso VIII de Castilla, prestando sus servicios a ambos lados de la frontera en función de la coyuntura político militar. Acabó encontrando la muerte en la batalla de Lobregal (marzo de 1160) a manos de su propio yerno, Fernando Rodríguez de Castro "el Castellano", que había casado con su hija Constanza Osorio.

Sobre la trayectoria vital de doña Aldonza existen pocas certezas, pues dejó escasa huella en los diplomas conservados con relación a esta familia. Su nacimiento debió producirse a partir de 1147, si damos por buena la fecha habitualmente asignada al fuero de Villalonso y Benafarces. En el texto los otorgantes, el conde Osorio Martínez y su mujer, Teresa Fernández, comparecen junto a cuatro hijos: Fernando, Rodrigo, Elvira y Sancha. No obstante, sobre esta cuestión existe alguna dificultad cronológica toda vez que Rodrigo consta como fallecido en un documento de 1141. En ese año, sus padres así lo hacen constar en una donación al monasterio de Santa María de Aguilar de Campoo, donde parece fueron enterrados junto con su hijo.

El considerable patrimonio acumulado por los padres de Aldonza acabó repartiéndose en lotes entre los hermanos supervivientes. Los herederos aparecen en los diplomas en diferentes momentos disponiendo de estos bienes o haciendo donaciones a instituciones religiosas. Estas operaciones se suelen hacer de forma agrupada, según el origen y la propiedad de cada uno de los lotes. En 1171 tres de sus hermanos, Gonzalo, Constanza y Jimena, entregan la heredad que tenían en San Pelayo, en Sanabria, a Pelayo Fernández, por los buenos servicios prestados. Por su parte, Gonzalo Osorio, que confirma como tenente de Villalobos, añade las “porciones” que habían pertenecido a sus hermanos Fernando y Aldonza.

En 1179 doña Aldonza y doña Jimena donan a González Ibáñez toda la heredad que les pertenecía e “Castrillo” o “Castrello”, un lugar situado próximo a Villalpando. El origen de estos bienes en el valle del Vaderaduey parece estar en un grupo de adquisiciones realizados años atrás por el conde Rodrigo Martínez, hermano de Osorio Martínez, y su mujer Urraca Fernández. Este patrimonio debió pasar por herencia a la rama de los Osorio y, en parte, fue donado por sus hijos y sucesores a la Orden de San Juan.

Tal y como apunta Carlos Barquero Goñi, las relaciones entre los descendientes del conde Osorio Martínez y la Orden del Hospital fueron siempre intensas, y se materializaron en diversas donaciones y acuerdos. La explicación estaría en los destacados dominios que los Osorio llegaron a tener en Tierra de Campos, territorio en el que la Orden también tuvo una presencia muy destacada. Según este autor, Gonzalo Osorio llegó incluso a solicitar y obtener en préstamo de los hospitalarios diverso material bélico y dinero. No llegó a devolver el préstamo, de forma que sus cuatro hermanas fueron las encargadas de asumir los compromisos adquiridos. En pago de la deuda, Aldonza, Constanza, Sancha y Jimena, con la aprobación y autorización de sus maridos, concedieron en 1180 al Hospital de Jerusalén la villa de Ribola, “junto al Valderaduey y debajo de Villalpando”.

Carlos de Ayala Martínez, a la hora de valorar el dominio territorial de la Orden de San Juan en toda la etapa anterior a la muerte de Alfonso VII (1157), ha llamado la atención sobre "el elevado índice de concentración patrimonial en torno a una línea ligeramente quebrada compuesta por el curso medio-bajo del río Valderaduey, afluente norte del Duero, y el valle del Guareña, afluente sur del mismo río, con Toro como centro de referencia nuclear".

La muerte de Aldonza debió producirse a partir de 1182. En el "Obituario" de la Catedral de León se consiga su memoria de la siguiente forma: "IIII. Non. Martii obiit domna Aldonza Ossorii, quae dedit Canonicis B. Mariae Sedis Legionensis domos suas de Legione cum aliis haereditatibus". (El cuarto día de las nonas de marzo murió doña Aldonza Osorio, que donó a los canónigos de la Sede de Santa María de León sus casas de León, con otras heredades".

Parce que Aldonza pudo vivir en León durante algún tiempo, o al menos disfrutó allí de casas de su propiedad. Entre la documentación medieval conservada de la catedral de León no existe ninguna donación por parte de esta dama. Sin embargo, pudo haber recibido bienes en herencia en la ciudad, pues su padre figura como propietario de diversas heredades. Así, en 1149 en un deslinde se alude a un huerto en Santa Eugenia: "et orto de comite domno Osorio". Hacia 1179-1180 en la venta de una corte y varias casas dentro de la urbe se mencionan las "domus que fuerunt comitis domni Roderici et comitis domni Osorii".

El “placitum” de 1181

El acuerdo establecido en septiembre de 1181 entre Aldonza Osorio y la Orden de San Juan supuso, fundamentalmente, un impulso económico a la obra de la iglesia, a través de la asignación de nuevas fuentes de ingresos. El prior, Pedro de Areis, se comprometió a proporcionar una ayuda con este fin. Asignó entonces para la continuación de los trabajos la renta producida por varias propiedades sanjuanistas cercanas a Benavente hasta su finalización. La nómina de lugares es la siguiente:

"Cuanto tenemos en Benavente, en Santa Marina, en Villaquejida y en Villafer. Cuanto tenemos en Villaquejida hasta Benavente, y cuanto tenemos en Benavente hasta la villa que llaman Val, y cuanto tenemos en Val, y cuanto tenemos en Benavente hasta Arrabalde, y toda Arrabalde, y hasta Maire, y hasta Saludes, y cuanto tenemos en Saludes y Maire, y cuanto tenemos en Santa Marina de Requejo".

A pesar de las ayudas estipuladas, doña Aldonza mantiene la condición de protagonista de la construcción de la iglesia. Es ella la que debe continuar con los trabajos y culminar el proyecto. No obstante, se hace referencia a la figura de un "procurator", que debe entenderse como un freire delegado por la Orden para todo lo relacionado con esta empresa.

El comendador que administraba los bienes citados quedaba eximido de prestar servicios al prior y al resto de los freires de la Orden a no ser por propia iniciativa. Las nuevas posesiones adquiridas por Hospital en estos mismos lugares asignados para la obra quedarían igualmente ligadas a la construcción de la iglesia.

En compensación por este apoyo que se le prestaba, doña Aldonza entregó a la Orden la tercera parte de la renta anual producida por unas heredades donadas anteriormente al Hospital. Parece que en aquel momento Aldonza se reservó su tenencia en régimen de usufructo. No sé mencionan expresamente estás heredades, pero sí algunas excepciones que afectan a rentas en Maire, Saludes, Val de Iuguelo y Valdejunco.

Todas estas heredades y rentas, tanto las entregadas por doña Aldonza, como las asignadas por Pedro de Areis a la iglesia de San Juan del Mercado, remiten a un mismo patrimonio cuyo origen debe estar en los bienes entregados por la familia del conde Osorio a la Orden. Las villas y lugares se repiten y remiten a un dominio disperso por los ríos Eria, Valderaduey y Órbigo. En algún momento, después de la muerte de sus padres y en fechas próximas al comienzo de la obra de la iglesia, Aldonza debió hacer una generosa donación de una parte importante de esta herencia a la Orden de San Juan. Como ocurrió con otras nobles damas, entre las estipulaciones de esta entrega se incluía la reserva de una parte de su usufructo. No hay que descartar el ingreso de la propia Aldonza en la Orden como "freira", circunstancia bien documentada en otros casos.

Nuestro documento proporciona alguna información adicional de interés en su parte final. Pedro de Areis, prior de la Orden en Hispania, comparece junto con todo el capítulo. Entre los confirmantes encontramos a varios miembros del concejo de Benavente. Algunos de ellos, como don Suerino, Pedro Monazino, Roman Rei, Rodericus Micaeli, Fernandus Cotan o Stephanus Petri, tuvieron un papel destacado en la concesión del fuero de 1167 por Fernando II. Figuran en la nómina de 21 personas elegidas por el rey para repoblar su villa, administrar justicia y repartir las heredades. Otros, como Nichola Pelaiz o Petrus Martínez, sabemos que eran o llegaron a ser alcaldes, pues con esa condición confirman en otros documentos.

En la primera columna, junto a don Suerino, confirma un "Pedro Melgar". Se trata, como ya señaló la profesora Elena Hidalgo Muñoz, del primer comendador documentado. Como "Pedro de Melgar, comendador de Benavente en la Orden de San Juan", recibió en el año 1200 una donación de heredades en Villalobos.

Otro de los confirmantes que merecen atención es "Lop Díaz". Su pista nos lleva a "Don Lope", freire de la Orden de San Juan. En 1175 confirma una carta del monasterio de Vega. En 1182 entrega, junto a su mujer, Marina Peláez, al obispo de Oviedo la tercia de los diezmos de la iglesia de San Juan de Villafer, que el mismo había construido.

En la tercera columna hay un "Fernandus Martiniz" con algún recorrido posterior. Debe identificarse probablemente con cierto "Fernandus Martiniz presbiter Sancti Iohannis" y otro "Fernandus Martini frater Hospitale". El "Fernando presbítero de San Juan" confirma una escritura del Tumbó de San Martín de Castañeda fechada en Benavente en 1184. Está acompañado de otros confirmantes benaventanos, así que podría tratarse del primer clérigo conocido vinculado al servicio del templo. En 1192 un "Fernando Martín Freire del Hospital" confirma la venta de unas heredades en Escorriel, junto al Cea. Nuevamente, el contexto de los confirmantes apunta al grupo de "boni homines" y miembros del concejo de la villa.

El epígrafe del año 1182 y su interpretación

En el interior de la iglesia de San Juan encontramos una inscripción que nos sitúa en estos momentos del inicio de la fábrica románica. Nuestro epígrafe debe interpretarse como una "datatio". En la clasificación tipológica propuesta recientemente por María Encarnación Martín López y Vicente García Lobo, las "datationes" se definen como inscripciones que consignan solamente una fecha consistente, la mayoría de las veces, en el año introducido normalmente por la fórmula "Era" o "Anno".

Este tipo de inscripciones suelen interpretarse como recordatorios de obras de construcción, reforma o ampliación de templos o edificios. Su situación en un lugar concreto, o a la altura de una hilada de sillares, ha permitido establecer secuencias temporales en la historia de iglesias, monasterios y catedrales. En algún caso, se ha querido ver una intención funeraria, para identificar y fechar enterramientos. 

Contamos con diversos ejemplos similares y relativamente próximos, como los de San Isidoro de León o el monasterio de Moreruela. En San Isidoro se identifica la fecha 1124 (E[RA] MCLXII) en uno de los sillares del exterior del ábside norte, mientras que en Moreruela la inscripción “E MCC” (año 1162), situada en el exterior de uno de los absidiolos de la cabecera, ha servido para acreditar un momento de la construcción cisterciense de la iglesia.

La inscripción de San Juan del Mercado se encuentra en el interior del arco que comunica el presbiterio con el ábside norte. Al igual que en Santa María del Azogue, la comunicación entre la Capilla Mayor y las laterales se estableció mediante pasadizos. En este caso se emplearon bóvedas de cañón apuntado y, en cada uno de los accesos, roscas decoradas con bocel en zig-zag.

El texto está labrado en el zócalo, a la altura del primer sillar, desarrollándose en una sola línea. A diferencia de otros epígrafes que pudieran parecer similares, este no tiene un sentido funerario y sólo cabe interpretar como la datación de un momento de la construcción del templo en el año 1182. Tampoco parece poder relacionarse con la consagración, pues ningún otro dato induce a ello, como sería la mención del obispo consagrante o la advocación.

La lectura del epígrafe no ofrece dificultades, salvo la abreviatura (A), que puede corresponder al mes de abril o agosto. Está escrito en capitales carolinas.

ERA M CC XX KLS A

Era millesima ducentesima vigesima. Kalendas aprilis (o augustas)

Año 1182

Resulta siempre difícil traducir los datos conocidos a través de los diplomas medievales al lenguaje constructivo de los edificios, al menos tal y como han llegado hasta nosotros. Parece obvio que las aportaciones económicas detalladas en el pergamino de 1181, y el impulso dado a las obras, supondrían un antes y un después, si es que no se habían paralizado totalmente los trabajos.

La interpretación de la inscripción de 1182 debe hacerse en este contexto y, especialmente, atendiendo al lugar tan específico en el que se encuentra. Fecha, como se ha dicho, un momento constructivo, y todo apunta a que la reanudación de los trabajos supuso también un cambio en la configuración de algunos elementos y un replanteo del proyecto inicial. Es en este momento cuando se decide abrir estos pasadizos que comunican los tres ábsides y que muy probablemente no estaban previstos.

Alguna prueba se puede alegar en este sentido. Es evidente que los nuevos pasillos, cubiertos con bóvedas apuntadas, además de perforar el muro y obligar a retallar y recolocar algunos sillares, rompieron también la continuidad de la moldura que recorría a media altura el interior de los tres ábsides. Las nuevas roscas decoradas con bocel en zig-zag cortan de forma abrupta estás molduras, sin que se hiciera ningún intento posterior para suavizar o disimular los efectos de esta intervención traumática. Tal vez, la apertura de estos pasillos fuera una imposición de la Orden de San Juan, relacionada con unas determinadas necesidades litúrgicas.

Estas alteraciones podrían explicar otras modificaciones y divergencias estilísticas en el resto del edificio, como por ejemplo la falta de sintonía decorativa en el exterior de los tres ábsides. Así, en el ábside norte volvemos a encontrar este mismo motivo en zig-zag decorando la arquivolta sobre el vano. Esta circunstancia se ha venido explicando hasta ahora como un rasgo arcaizante, relacionado con una mayor antigüedad de este sector de la iglesia en el proceso de edificación.

La familia de doña Aldonza Osorio


Epígrafe de construcción de San Juan del Mercado (1182)

Detalle del bocel en zig-zag decorando el pasadizo entre los ábsides central y sur

Detalle del bocel en zig-zag decorando el pasadizo entre los ábsides norte y central

Detalle del epígrafe

Pasadizo que comunica los ábsides central y norte

“... cepit hedificare ecclesiam ex sectis in quadratis lapidibus”. Marcas de cantero en uno de los pilares

Detalle de la ventana en el exterior del ábside norte


APÉNDICE DOCUMENTAL


1181, septiembre.

Pedro de Areis, prior de la Orden del Hospital de San Juan en Hispania, recibe bajo su protección, y dota con diversas heredades y rentas, la obra de la iglesia de San Juan Bautista de Benavente, que había comenzado a edificar doña Aldonza, hija del conde Osorio y la condesa Teresa, con el fin de que pueda concluirse dicha obra.

Archivo Histórico Nacional, Sección de Órdenes Militares, carpeta 574, n.º 1. Perg. orig.
ED. S. GARCÍA LARRAGUETA, “La orden de San Juan en la crisis del Imperio hispánico en el siglo XII”, Hispania, 49 (1952), doc. 24; R. GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, “Documentos para la historia de Benavente durante el reinado de Fernando II (1157-1188)”, Brigecio. Revista de Estudios de Benavente y sus Tierras, 3 (1993), pp. 240-241.

(Crismón) In nomine Domini nostri Ihesu Christi, amen. Presentes sciant et posteri quod ego Petrus de Areis, Dei nutu in Hyspaniis prior, et omnes fratres sancti Ospitalis cum consilio et auctoritate domni Iufreo, Iherosolimitano acomendatori, pari et comuni assensu accepimus consilium salubrem quatinus opus illud quod domna Eldoncia comitis Osorii et Tareise comitisse filia, in honore Dei omnipotentis et beate Marie et beatissimi Iohannis Babtiste et in honore Sancti Ospitalis in Benevento cepit hedificare cum nostro consilio et auctoritate in cassum ob nostri dedecus et imperfectum ne remanere videretur, ipsa enim iam dicta domna Eldoncia cepit hedificare ecclesiam ex sectis in quadratis lapidibus; et quia tantum et tale opus sine nostro adiutorio perficere non valet, nos damus ei adiutorium ad perficiendum. Et ne in posterum oblivionis hoc factum fuscaretur nebula, pagine tradidimus. Determinavimus igitur census et hereditates et huic iamdicto operi dedimus et semper ibi serviturus concedimus donec ad perfectione perveniat. Hec sunt nomina hereditatum quas ibi damus: Quantum in Beneventum habemus et in Sanctam Marinam, in Villa Queyxida et in Villafer et quantum habemus in Villa Queyxida usque in Beneventum, et quantum habemus a Benevento usque ad villam que dicitur Val, et quantum habemus in Val, et quantum habemus in a Benevento usque ad Aravalde, et tota Aravalde et usque ad Mairen, et usque ad Saludes et quantum habemus in Saludes et in Mayren et quantum habemus in Sanctam Marinam de Requeyxo. Omnes has hereditates cum omnibus suis directuris et pertinenciis ab integro damus et concedimus supradicto operi ut tandiu ibi serviant donec perfectus sit. Et ab hac die non habebimus licenciam nos nec nostri successores ab ipsis hereditatibus aliquid auferre vel extraere, set ab integro reserventur ad opus supradicte ecclesie quam, ut diximus, domna Eldoncia hedificat. Ille frater qui procurator huius operis extiterit et acomendator in supradictis villis et hereditatibus fuerit nullum servicium nobis inde nec nostris successoribus faciat nec aliquid alcui inde det, nisi tantum quod sibi placuerit. Et si aliquid in supradictis locis et terminis sanctus Ospitalis adquisierit, totum damus et concedimus iamdicto operi. Et ego Eldoncia Osorii, pro tanto beneficio quod vos datis ecclesie sancti Iohannis quam ego in honore santi Ospitalis construo, do et concedo sancto Ospitali, ut singulis annis terciam habeat de omnibus hereditatibus quas sancto Ospitali dedi, excepto de Mairen et Saludes et Val de Iuguelo et Val de Iunco eremo. De aliis autem hereditatibus habeat totam terciam sanctus Ospitalis sicut et de ceteris suis hereditatibus.
Facta carta era Ma CCa XVIIIIa, mense septembris. Regnante rege Fernando cum filio suo rege Alfonso in Legione, Gallecia, Asturiis, Extremadura. Maioredomus comite Urgeli. Signifero Gundisalvo Roderici de Azafra. Roderico Ovetensis ecclesie episcopo. Anrico Legionensis episcopo. F[ernandus] Astoricensis episcopo.
Ego Petrus de Areis prior et totum capitulum hec scriptum quod fieri iussimus, propriis manibus roboramus, confirmamus et signum fieri iussimus. Et ego Eldoncia Osorii propria manu roboro et confirmo (signo). Nunus notuit confirmat.
(1ª col.) Don Suerino conf. Petrus Melgar conf. Petrus Frolaz conf.
(2ª col.) Petrus Sancti Vicencii conf. Garcia Ramirez conf. Lop Diaz conf.
(3ª col.) Fernandus Martiniz conf. Didacus Iohannis conf. Garcia Roderici conf.
(4ª col.) Petrus Monazino conf. Petrus Roderici conf. Rodericus Micaeliz conf.
(5ª col.) Nichola Pelaiz conf. Rodericus Martiniz conf. Roman Rei conf.
(6ª col.) Stephanus Petri conf. Petrus Martiniz conf. Fernandus Cotan conf.

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