lunes, 29 de septiembre de 2025

La iglesia de San Miguel Arcángel de Castrogonzalo

Iglesia de San Miguel Arcángel de Castrogonzalo

La iglesia de San Miguel Arcángel de Castrogonzalo está situada en una pequeña plazoleta del Barrio de Arriba, sobre un cerro y en uno de los puntos más altos y visibles de toda la localidad. Es un edificio sobrio, de aspecto muy macizo, por la solidez de sus muros y la escasez de vanos. La iglesia estuvo sin uso para el culto durante décadas, utilizada eventualmente como panera y almacén agrícola por unos particulares. Por ello, su interior carecía de altares, imágenes o mobiliario. En los años ochenta de la pasada centuria fue restaurada y rehabilitada. 

Tras la desaparición de Santo Tomás, ha pasado a ser la única iglesia parroquial de la localidad, a la vez que ha recogido todas sus imágenes, los retablos y los objetos litúrgicos. No obstante, existe una cierta confusión a este respecto, pues en las guías oficiales del obispado de Zamora, y en su página web, el nombre oficial de la parroquia de Castrogonzalo es el de Santo Tomás, incluida dentro del Arciprestazgo de Benavente-Tierra de Campos. En 1954 se rectificaron los confines eclesiásticos, intentando evitar que los límites de las diócesis no comprendieran distintas provincias civiles. De esta forma, Castrogonzalo, junto con otras parroquias de la diócesis de Astorga situadas en el partido judicial de Benavente, pasaron a depender del obispado de Zamora.

La existencia de dos parroquias en Castrogonzalo y, por consiguiente, de dos barrios diferenciados, con personalidad propia, -el de Arriba y el de Abajo-, es un aspecto indisolublemente ligado a la historia de una localidad cuyos orígenes remiten al proceso de colonización altomedieval. Ya desde 1157 contamos con referencias que revelan la existencia de al menos un templo en la villa dependiente de la mitra astorgana, aunque sin poder precisar exactamente su número. En esta fecha, la infanta doña Elvira, hija natural de Alfonso VI y Jimena Muñoz, donaba a la catedral de Astorga sus posesiones y derechos en todas sus iglesias de la diócesis, mencionando las villas de Bretó, Castropepe, Castrogonzalo, Lagunadalga, Saludes, Maire, y las situadas en Sanabria, en Ribera y en el Bierzo.

La colegiata de Santa María de Arbás, situada en la vertiente sur del puerto de Pajares, fue una institución religiosa que parece que tuvo una gran presencia en Castrogonzalo, y en otras poblaciones de Tierra de Campos, en la primera mitad del siglo XIII. Controlaba los derechos de paso sobre el puente y llegó a percibir rentas en las iglesias de la villa. En 1225, Alfonso IX concedía a esta colegiata cuantos derechos le pertenecían en las dos iglesias de Castrogonzalo. En principio, nada podemos saber sobre la advocación de las mismas pero dada la permanencia en el tiempo de estas dedicaciones en la mayor parte de las poblaciones podemos suponer su identificación con las tradicionales: Santo Tomás y San Miguel.

Por tanto, debió existir un templo anterior de orígenes medievales, probablemente en el mismo emplazamiento. Una alusión más específica al mismo la encontramos en 1466, cuando se menciona la iglesia del barrio de arriba en relación con las obras de construcción y fortificación de la mota de Castrogonzalo: “En viernes quatro días del dicho mes de jullio se començó a tapiar al caramanchón de cabe la yglesia del Barrio de Arriba”.

Un breve repaso a los materiales empleados y de los elementos estructurales releva varias fases constructivas. El basamento y sus paredes, hasta la mitad de la altura aproximadamente, son de una piedra muy tosca e irregular. Solamente en el cuerpo inferior de la torre y en las paredes de la parte occidental se emplearon sillares más regulares. Esta zona debe corresponder con la parte más antigua del edificio. En altura, la continuación de los muros hasta las cubiertas y los vanos fueron levantados con tapiales de barro e hiladas de ladrillo aparejado con gruesas capas de mortero. En ladrillo también fueron rematadas la cúpula y las bóvedas, aunque hoy el interior está totalmente enmascarado por los enfoscados y la pintura.

La mayor parte de la fábrica de esta iglesia, tal y como ha llegado hasta nosotros, debe corresponder a los siglos XVII y XVIII. Precisamente, en esta época, especialmente en el siglo XVII, se documentan diversas intervenciones y encargos para asegurar su precaria estructura. En el detalle de estas obras se constatan las dificultades de la parroquia para rematar la torre y cubrir completamente el edificio. La continuidad del culto quedó así amenazada en varias ocasiones.

Su planta consta de una única nave, con cabecera y brazos del crucero semicirculares, formando un cuerpo oriental con tres grandes ábsides. La nave tiene una cubierta moderna a dos aguas levantada sobre un armazón de madera. El crucero se cubre con cúpula circular sobre pechinas, mientras que el presbiterio y los dos brazos del crucero se cubren con bóvedas de cuarto de esfera. La torre, de sección cuadrada y con un cuerpo de campanas en la parte superior, está adosada a los pies de la iglesia. Su acceso se realiza desde el exterior, a través de una escalera de piedra y una puerta abierta en el muro sur. La sacristía es una dependencia de escaso interés, incorporada en la última reforma junto al porche. 

En la actualidad el templo tiene una única puerta de acceso en lado sur. Está protegida bajo un porche de construcción muy reciente y enmarcada por un sencillo arco de ladrillo. En su lado opuesto, se aprecia otra cegada, de similares características, que debió también utilizarse en su momento. En la época en la que el edificio funcionaba como panera se instaló aquí una puerta metálica corredera. Otros dos accesos cegados se aprecian en los dos brazos del crucero, relacionados con capillas hoy desaparecidas o con otras dependencias auxiliares. Uno de ellos, en lado sur, se aprovechó para proporcionar paso a la sacristía.

La iluminación natural del interior está limitada a los ventanales abiertos en el muro sur y en los dos lados del crucero. Estos vanos están enmarcados en ladrillo visto, con la particularidad de colocarse a sardinel para formar los dinteles.

Respecto a las obras documentadas, hacia 1636 los libros de fábrica señalan que la estructura de la iglesia era endeble y pobre. En 1646 se constata la construcción de una nueva torre. Sin embargo, el abandono de las obras por el maestro constructor ocasionó un gran quebranto, “quedando toda la iglesia desmantelada y con gran perjuicio para ella y los altares de la misma”. El maestro cantero era Pedro de la Castra. En anotaciones posteriores se solicita licencia al obispado para vender un majuelo y poder así concluir la torre y cubrir la iglesia.

Según señala Muñoz Miñambres, las obras continuaron en los años siguientes con gran lentitud. Se llega a prohibir que haya Santísimo en la parroquia “porque está descubierta e indecente” y “si se necesita el Santísimo, se utilice la iglesia de Santo Tomás del Barrio de Abajo, y que atienda a lo necesario el párroco de Santo Tomás, por estar el de San Miguel achacoso y viejo”. En las reiteradas peticiones de ayuda al obispado de Astorga se incide en la necesidad de concluir las obras, “porque la parroquia es muy pobre para terminar la torre, cubrir la iglesia y adecentar la capilla del Santo Cristo y el retablo mayor”. 

En la visita pastoral de 1685 se recomienda la compra una panera y se urge a la reparación total de la iglesia, por estar casi totalmente hundida. En estas fechas se hizo la capilla mayor, utilizando para ello teja trasladada desde Friera. Los maestros constructores fueron Santiago del Corral y Tomás Sánchez. En 1733 se documentan obras de arreglo de la capilla del Santo Cristo.

Sobre la precaria situación de la torre, volvemos a tener noticias a mediados del siglo XIX a través del corresponsal del “Diccionario de Madoz”. Destaca este autor la intervención en la iglesia del maestro alarife Antonio Allende, justo en los meses anteriores a la ocupación francesa durante la Guerra de la Independencia. La información que ofrece es muy precisa, probablemente recabada directamente en la localidad a partir del testimonio del cura o de la documentación parroquial. Su descripción del templo es la siguiente:

"La iglesia de San Miguel, situada en el Barrio de Arriba, en su centro y punto más alto, es un edificio sólido y del orden dórico; sus paredes hasta la mitad de la altura son de piedra sillería y el resto de ladrillo; las bóvedas de esta misma materia. No tiene hecha más que la mitad de la torre, sobre la que se formaron precipitadamente cuatro pilastras de ladrillo en sus respectivos ángulos, en cuyos huecos o ventanas se ven colocadas dos campanas regulares y un esquilón. Esta imperfección la causó la entrada del ejército francés, ocurrida en el año 1808, precisamente cuando se estaba terminando su nueva fundación empezada en 1807 por Antonio Allende, maestro alarife. Es de una sola nave, con 130 pies geométricos de largo, 45 de ancho y 48 de altura basta la bóveda. Cuenta tres altares: el mayor y dos colaterales. Antes de la Guerra de la Independencia tenía buenas alhajas que se llevaron los franceses".

En cuanto al interior, durante el año 1983 se acometieron diversas obras de reforma a cargo del Obispado de Zamora. Como ya se ha indicado, el edificio venía utilizándose como panera desde hacía años. Fue necesario cambiar los solados, enfoscar los muros y pintar las paredes para adecentarlo. También se renovaron los muros exteriores y se añadieron diversos paramentos de ladrillo. Este lavado de cara permitió volver a utilizar la iglesia para el culto. Fue este el momento en el que se acometió el traslado y restauración del retablo principal de Santo Tomás por la Consejería de Educación y Cultura. Los trabajos se prolongaron durante los años 1985 y 1986. El gran retablo del siglo XVI fue vuelto a montar y se situó a los pies de la iglesia, cubriendo totalmente el muro occidental. No obstante, su ajuste en el nuevo emplazamiento resultó algo traumático. Algunos detalles decorativos del ático no fueron finalmente instalados por falta de espacio en altura.

El otro gran retablo trasladado desde la iglesia de Santo Tomás fue el dedicado al santo titular: San Miguel, en este caso para volver a su emplazamiento original. Se trata de una obra barroca ya tardía, probablemente del siglo XVIII, de escaso mérito y con unos repintes recientes demasiado estridentes. Está presidido por una imagen del arcángel San Miguel como un ángel guerrero victorioso, con armadura y espada (hoy perdida), simbolizando su papel como defensor del pueblo de Dios. A sus pies, pisoteado, yace el dragón o demonio en alusión a la lucha contra el mal. Otro de los elementos presentes en esta representación es la balanza en su mano izquierda. Se enfatiza así su papel como protagonista de la escena de la psicostasis, o peso de las almas en el Juicio Final.

En el siglo XIX este retablo fue objeto de una importante intervención a cargo del maestro Francisco García, según reza en la inscripción que corre en la moldura de la predela: “Lo pintó y doró Francisco García. Año de 1866. Siendo Párroco D. Remijio Astorga”.

Por estos mismos años se produjo el robo de algunas preseas litúrgicas en la iglesia. Los hechos ocurrieron en marzo de 1860, según se relataba en las diligencias abiertas en el Juzgado de Benavente: “pende causa criminal del oficio en averiguación de los autores del robo de vasos sagrados que a continuación se expresan, verificado en la noche del doce al trece del corriente en la iglesia de San Miguel, una de las dos parroquiales de Castrogonzalo”.

Los efectos robados fueron los siguientes: “Un copón con caja de plata que contenía las sagradas formas; liso, de peso de una libra, cubierto con seda de color blanco y encarnado, labrada con fleco alrededor, rematando la cubierta del copón una cruz pequeña en la parte superior. Dos broches hembras, también de plata labrada con agujeros por el medio, rematando por la parte de atrás en forma de corazón con una cruz en la punta, de valor como de 25 reales”.

En la actualidad la iglesia guarda un grupo de objetos artísticos y esculturas de diversas épocas y procedencias. Debe destacarse una talla gótica de San Sebastián, probablemente del siglo XV, y una interesante pila bautismal en piedra. En el retablo del presbiterio se distinguen una Inmaculada del siglo XVI y un San José del siglo XVII. De escaso mérito artístico, pero gran valor testimonial, son las tallas de San Antón y San Roque, del siglo XVII, centro de las principales celebraciones litúrgicas y festivas de la localidad. De especial devoción entre los vecinos es la imagen de la Virgen del Carmen, cuyo culto concentra las actividades de la cofradía del mismo nombre.

Capítulo aparte merece un gran Cristo crucificado, tallado en madera, que se cobija bajo el arco cegado de la puerta del muro norte. Se trata de una imagen de Jesús en la cruz, ya muerto, con la cabeza ligeramente inclinada hacia su derecha. El rostro, con los ojos cerrados, no expresa padecimiento alguno y presenta por cabello un aparatoso casquete esférico, sin detalle y oscurecido por los repintes. Pudo haber tenido corona en su origen, pero en época indeterminada fue completado con algún tipo de peluca. Lo mismo se puede decir del bigote y la barba, sin tratamiento escultórico y esbozados superficialmente para recibir algún apósito. La anatomía del torso, muy sintética, se dibuja marcando las costillas y el esternón. Solamente el detalle de la herida sangrante del costado derecho rompe este desarrollo simétrico. El “perizonium”, o paño de pureza, llega hasta la altura de las rodillas, dejando al descubierto una de ellas. La tela cae en pliegues rítmicos rematados por ondas. Como ocurre con otros crucificados ya gotizantes, las piernas se cruzan y unen sus pies con un único clavo, lo que hace innecesario el recurso al “suppedaneum”. 

Pese a los repolicramados en las carnaciones, en el paño y la cruz, la pieza presenta superficialmente un razonable buen estado de conservación, apreciándose a simple vista únicamente la ausencia de dos dedos de la mano derecha. Los repintes son especialmente evidentes y groseros en el rostro, con algunos desprendimientos que muestran las capas subyacentes. También tardías, sin duda, son un grupo de pinceladas de sangre repartidas por todo el cuerpo, en un barroco intentó de añadir dramatismo a la talla. Según Sergio Pérez Martín y Rubén Fernández Mateos, la cronología de esta pieza debe llevarse a la primera mita del siglo XIV.

La documentación de archivo da cuenta de diversas fundaciones e instituciones relacionadas con la parroquia. En su territorio existieron dos ermitas, hoy desaparecidas, vinculadas a distintas cofradías. Una pertenecía a la cofradía de la Santa Cruz y la otra estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Trinidad, atendida por la cofradía de la Trinidad y Reyes. Esta última, se encontraba a las afueras de la población, próxima al Cementerio Municipal, en lo alto de una pequeña loma  que aún mantiene esta denominación. 

A finales del siglo XVIII la ermita de la Trinidad se encontraba ya al borde de la ruina. En una visita de 1784 se ordena que “mediante lo distante que se halla la ermita con el título de la trinidad del cargo de esta cofradía y hallarse bastante deteriorada, mandó a su mayordomo que el altar y la imagen se traslade y coloque en la iglesia, donde el cura le pareciere más oportuno, y en ella pondrán los cofrades hacer sus funciones con mayor solemnidad y asistencia del pueblo”. Inmediatamente se dio cumplimiento a este mandato, y se vendió la madera de la ermita en 350 reales.

En 1788 “se pagaron 700 reales por estofar y dorar el retablo de la Santísima Trinidad a Pedro Herrero, vecino de la villa de Sahagún, en que fue ejecutado y consta del recibo, que presentó en esta iglesia”.

También hay constancia de la existencia de un hospital, dependiente de esta misma cofradía de la Trinidad y Reyes. Atendía principalmente a los pobres y enfermos de la localidad. En los libros de cuentas se anotan diversos gastos de mantenimiento de enfermos y de intervenciones en la reparación del edificio. Entre los asientos hay partidas satisfechas por el traslado de enfermos a los hospitales de Benavente. Las fiestas de la cofradía de la Trinidad eran dos: la Virgen de Reyes y la de la Trinidad.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Una mirada a Castrogonzalo en el siglo XIII a partir de un documento del monasterio de Moreruela

Vista de la cabecera de la iglesia del monasterio de Moreruela

El río Esla fue un gran eje vertebrador del poblamiento del norte zamorano durante la Edad Media, tanto desde el punto de vista de las comunicaciones como del asentamiento en torno a sus riberas de un buen número de villas, aldeas y fundaciones monásticas. Al pie del curso fluvial discurría un trayecto considerable de la llamada Vía de la Plata, al menos desde Montamarta hasta las inmediaciones de Benavente. La antigua calzada fue utilizada también como vía de peregrinación hacia Santiago de Compostela, aprovechando las favorables condiciones del terreno y las infraestructuras viarias (puentes, barcas, centros asistenciales, etc.).

Uno de los primeros monasterios documentados en esta ruta fue el de Moreruela, fundado según las fuentes altomedievales a finales del siglo IX por San Froilán y San Atilano, bajo los auspicios del rey Alfonso III. Es difícil concretar hasta qué punto la posterior fundación cisterciense de Santa María de Moreruela, a mediados del siglo XII, fue heredera de esta primitiva, lo cierto es que existió una larga tradición que así lo reivindicaba y fue transmitida por los historiadores de la Orden. Durante los siglos XII y XIII Santa María de Moreruela se convirtió en una de las fundaciones monásticas con mayor peso en el norte de Zamora. Su dominio territorial se extendía por un gran número de villas y aldeas de toda la región.

Dentro de los ricos fondos documentales del monasterio de Santa María de Moreruela, hoy en el Archivo Histórico Nacional, encontramos un pergamino del 1287 con especial interés para el conocimiento de la historia de Castrogonzalo durante la Edad Media. Se trata de una donación entre particulares que en principio no afecta a los intereses patrimoniales del monasterio, pero probablemente en algún momento parte o todos los bienes registrados en esta carta pasaron a ser de su propiedad.

El 5 de enero de 1287 el matrimonio formado por Pedro Yáñez Pistón y doña Mioro entregaron un total de trece tierras de labor y tres viñas a Marina Peláez, hija de Andrés, casada con su hijo Ferrán Pérez. El acto jurídico se formalizó en la villa de Benavente, escriturado por el escribano Francisco Pérez, por mandato del notario público Juan Ruiz y con la asistencia de varios testigos. Todas estas tierras y viñas objeto de la donación estaban situada en el término de Castrogonzalo. Cada una de ellas es descrita en la donación con toda minuciosidad, indicando los nombres de los pagos para su localización, los propietarios con los que lindan y otras valiosas referencias espaciales, como los caminos, la proximidad al puente o a otras poblaciones más cercanas. A través del cotejo de todos estos datos se obtiene una visión bastante detallada del paisaje rural y la organización del terrazgo de la aldea a finales del siglo XIII.

En el siglo XIII Castrogonzalo era una aldea integrante del alfoz del concejo de Benavente, concretamente en la llamada merindad de Allende el Río. Desde el punto de vista de la organización eclesiástica dependía del obispado de Astorga y contaba, ya en esta época, con dos parroquias, lo cual denota una cierta relevancia demográfica y económica de su población: la parroquia de San Miguel, o del Barrio de Arriba, y la de Santo Tomás, o del Barrio de Abajo.

Otro de los elementos destacados de Castrogonzalo en el siglo XIII era su castillo, construido en la parte alta del cerro y cuyos orígenes remiten a la propia fundación de la población. En época de Alfonso IX, coincidiendo con las disputas fronterizas entre Castilla y León, el castillo es citado en varias ocasiones en la documentación como la sede de una tenencia, con un magnate responsable a su cargo y con un alfoz propio. En 1230, dentro de los acuerdos establecidos en Benavente entre Fernando III y sus hermanas para la unión de los reinos de León y Castilla, se vuelve a mencionar el castillo. A partir de entonces, parece que la fortificación perdió su interés estratégico, y no volverá retomarlo hasta el siglo XV, ya en un contexto político muy distinto.

Respecto al puente sobre el río Esla, los primeros testimonios conocidos corresponden también al reinado de Alfonso IX. Es muy posible que en este momento se construyera un primer viaducto de piedra, aprovechando la revitalización de una ruta que, cruzando el río, permitía acceder de una forma segura y directa a la villa de Benavente. En torno a 1221 y 1222, contamos con referencias al cobro de portazgos en este lugar y a la celebración de una feria de quince días en la festividad de Santa Marina.

Las trece tierras y las tres viñas descritas en el documento de Moreruela nos acercan, como hemos dicho, a la organización del terrazgo de Castrogonzalo, pero también proporcionan detalles muy relevadores de la estructura de la propiedad y el paisaje agrario de todo el entorno de la aldea.  Todo el territorio administrado y dependiente de la comunidad de vecinos recibe el nombre de “término”, dentro del cual existían un buen número de propietarios, tanto de las viviendas del núcleo urbano como de las tierras y heredades de su terrazgo.

Las explotaciones agrarias se organizan y agrupan en pagos. En el documento afloran viarios de los microtopónimos con los que eran conocidos en la tradición popular: “La Cabaña”, “Los Barriales”, “El Barrial”, “Los Arenales”, Las Pinillas”, “La Riba del Falconero”,  “La Vega”, “El Villar”, etc. Dado que la mayoría de las tierras donadas limitan con otras tierras de otros propietarios, debe pensarse que estamos hablando de pequeñas y medianas propiedades, dedicadas a un mismo tipo de cultivo. Esto es patente en la denominación de alguno de estos pagos, como “Las viñas de Merced”, lugar donde se agruparían un conjunto de explotaciones dedicadas al cultivo de la vid.

La tierras y viñas del término cuentan con buenos accesos y comunicación a través de la red de caminos. Así se especifica en los deslindes de varias de ellas: “la carrera de Villalobos”, “la carrera de San Esteban del Molar”, “el camino que viene de la puente para Castro Gonzalo”, “el camino que viene de Valderas para la puente”, “el camino que viene de Castro Pepe para Fuentes”, “el camino que va de Castro Pepe para Castro Gonzalo”, etc.

En cuanto a los dueños de las heredades, el documento presenta un panorama de la propiedad de las tierras de cultivo muy disperso y repartido. El matrimonio formado por Pedro Yáñez Pistón y doña Mioro serían, en este sentido, unos privilegiados, pues la dote entregada en concepto de arras a Marina Peláez (trece tierras y tres viñas) sería solo una parte de su patrimonio total, y esta circunstancia a juzgar por otra documentación consultada no sería la habitual. En los deslindes de estas tierras aparecen otros propietarios, la mayoría aparentemente vecinos de Castrogonzalo o de poblaciones próximas. Hay otros casos en los que las explotaciones han acabado en manos de personas o instituciones religiosas relacionadas con la villa de Benavente. Así, una tierra en "Las Pinillas" pertenece a Domingo Iohannes de Benavente, yerno que fue de Juan Fernández, clérigo de Ventosa, mientras que otra parcela, en la "Riba del Falconero", linda con una tierra de Santa María del Azogue de Benavente.

Hay algunas alusiones al puente sobre el Esla que resultan de gran interés. Al igual que ocurre en la actualidad, la zona más próxima a las riberas del río recibe el nombre de "La Vega", con una orientación tradicional dedicada al regadío y al cultivo de huertas. Junto al puente se cita "El Villar" y una "alberguería". El propio puente y la alberguería tienen tierras de su propiedad, que lindan con algunas de las parcelas entregadas en arras por Pedro Yáñez y doña Mioro. Se trataría, por tanto, de un pequeño núcleo de población surgido en torno al tránsito de personas y mercancías en el puente, antecesor del barrio de Paradores o del Portazgo.



APÉNDICE DOCUMENTAL


1287, enero, 5. Benavente.

Donación, en concepto de arras, de quince tierras y tres viñas en el término de Castrogonzalo, hecha por Pedro Yáñez Pistón de Castrogonzalo y su mujer, doña Mioro, a Marina Peláez, hija de Andrés de Castrogonzalo, casada con su hijo Ferrán Pérez.

AHN, 3555-6.
Ed. I. ALFONSO ANTON, La colonización cisterciense en la meseta del Duero. El dominio de Moreruela (Siglo XII-XIV), Zamora, 1986, pp. 494-496.

In Dei nomine amen. Sepan quantos esta carta vieren commo yo, Pedro Yannes Piston de Castro Gonçalo, e yo, donna Mioro, su mug[er], damos a vos, Marina Pelaez, fija de don Andres de Castro Gonçalo, quinze tierras e tres vinnas que nos avemos en termino de Castro Gonçalo, assi commo aqui seran determenadas:
Et la primera tierra iaz carrera de Villa Lobos, e determena dela una parte carrera de Sant Estevan del Molar, e de la otra parte tierra de Pedro barquero.
E la otra tierra iaz y luego, en el logar que dizen La Cavayne, e determena dela una parte carrera de Sant Estevan, e dela otra parte tierra de don Migel dela Vermeya, e dela otra parte tierra de Per Yuanes de Mariamodas.
Et la otra tierra iaz en el logar que dizen Los Barriales, tras las eras, e determena dela una parte tierra de Mioro Guarncara, e dela otra parte tierra de Justa Garcia. Et delas otras dos partes tierras de Johan Nicolas.
Et la otra tierra iaz adelante, en este mesmo logar del Barrial, que determena dela una parte tierra de Justa Garcia, dela otra parte tierra de fijos de don Beneyto, e dela otra parte tierra de Gonzalo Yuanes, clerigo de Benavente.
Et la otra tierra iaz en ese mesmo logar del Barrial, que determena dela una parte tierra de Gonçal Yuanes, e de Justa Garcia. Et dela terçera parte tierra de donna Ximena de Yuan Franco, e dela otra parte tierra de Pedro Roldan.
Et la otra tierra iaz en el logar que dizen Los Arenales, que determena dela primera parte tierra de Maria Fernandez, de Fernant Gallego, dela otra parte tierra de Johan Nicolas, e dela terçera parte tierra de Martino, fijo de Domingo Martinez.
Et la otra tierra iaz en el logar que dizen Las Peniellas, e determena dela primera parte tierra de Ferrant Ferrero, et dela otra parte tierra de Domingo Iohannes de Benavente, yerno que fue de Johan Fernandez, clerigo de Ventosa, e delas otras dos partes tierras de Johan Nicolas.
Et la otra tierra iaz en este mesmo logar, e determena dela primera parte tierra de Domingo Fernandez, de Ferrant Martinez. Et dela otra parte tierra dela Puente, e dela otra parte tierra de Don Andres, de Yuan Claviya.
Et la otra tierra iaz a sola Puente. Determena dela una parte tierras de los fijos de donna Ximena, e dela otra parte termino de Castro Pepe, e dela otra parte tierra de Marina Nicolas, e dela otra parte tierra de Domingo Andres, clerigo.
Et la otra tierra iaz sola rriba del Falconero, que determena dela primera parte tierra de Johan Nicolas, dela otra parte tierra de Santa Maria del Açoge de Benavente. Et dela otra parte tierra del albergueria, et de la otra parte tierra dela Puente.
Et la otra tierra iaz enan vega, a solas Ribas de Santa Marina, que determena dela primera parte tierra de Domingo Martinez, carpentero, e dela segunda parte el camino que viene de la puente para Castro Gonçalo, e dela otra parte tierra de los fijos de Domingo Garcia.
Et la otra tierra fue de Domingo Fernandez pizcon, que determena dela una parte tierra de Domingo Pelaez, clerigo, e dela segunda parte tierra de Martin Vermeyo, e dela tercera parte el camino que viene dela Puente pora Castro Gonçalo.
Et la otra tierra iaz tras las vinnas dela Merçet, e determena dela primera parte tierra de Pedro Guerra, e dela otra parte tierra de Ferran Pizcon, et dela tercera parte tierra de don Andres.
Et la otra tierra iaz çerca este logar, que determena dela primera parte tierra de Pedro Yanes Canadiella, clerigo. Et dela segunda parte el camino que viene de Valderas pora la puente, e dela terçera parte el calze por do viene el agua dela villa e se mete en el rio.
La otra tierra iaz cabo las vinnas dela Merçet, que fue de Johan Rodriguez, e determena delas dos partes tierra de don Johan de donna Domenga.
Et la una vinna iaz en el logar que dizen El Villar, la qual vinna fue de Johan Reçentol, clerigo, e de Martin Yuanes, clerigo Riesco, que determena dela una parte el camino que viene de Castro Pepe pora Fuentes, dela otra parte vinna de Domingo Andres, e dela otra parte el camino que va de Castro Pepe para Castro Gonçalo.
Et la otra vinna iaz en este mismo logar, a sola cabanna que fue de Per Andres, que determena dela primera parte vinna de Maria Perez, de Pedro Pelaez, e dela otra parte vinna de fijos de Pedro Vinçentes, e dela otra parte vinna de Migel, de Maria Abril.
Et la otra vinna iaz en el Villar, sobre la Riba, que fue del ferrero, e determena dela una parte vinna que fue de Ferrant Savastianez, dela otra parte vinna de Gonçal Yuanes, clerigo de Benavente, e dela otra parte vinna dela Puente.
Et estas tierras e vinnas sobredichas, assi commo son determenadas, con entradas, con salidas, con todos sus derechos e con todas sus pertenençias, vos damos e otorgamos por arras, e por donas, e por un par de pannos tintos con sus pennas, e con sus adobos, e por otros cumplimientos que Ferrant Perez, nostro fijo, e nos vos oviermos a dar e conplir, por el quando se esposo convusco que vos non dio nin vos cumplio el nin nos, que las ayades, possideades, vendades, donedes, enpennedes, fagades dellas e en ellas toda vestra voluntad a vida e a muerte. Et si estas tierras e vinnas sobredichas mas valen delo que el derecho manda que de el omme en arras, nos vos lo damos en donaçion, que lo ayades pora fazer dello lo que quisieredes segunt sobredicho es. Et per vos quisiessedes dar o donar o enpennar, o malmeter estas tierras e vinnas de suso dichas, o cada una de ellas, a nos o a nostro fijo, Ferran Perez, e vestro esposo, o a otro alguno por alguna manera, otorgamos que vos non valan nin lo podades fazer a menos de por conseio e por mandado de don Andres, vestro padre el sobredicho, o delos parientes mas propincos que vos ovierdes a la sazon.
Si por aventura nos o alguno de nosotros heredes o de nostra parte contra esta carta e contra este nostro fecho quisiere passar o contradecir, obligamos nos de vos pechar çient mrs. dela mon[eda] nueva por nombre de pena. Et doble otro tanto commo demandare en tan buen logar o en meior e caya dela voz [e toda]via esta carta e esta donaçion e esto nostro fecho finque firme pora todo tiempo. Et nos, Pedro Yuanes e donna Mioro sobredichos, esta carta e esta donaçion assi commo dicha es roboramos e confirmamos, e obligamos nos de vos estas tierras e vinnas sobredichas salvar de quien quier que vos las demandare o contrariare por qual quier manera a todo tiempo por nos e por todos nostros bienes.
Et por que esto se a firme e non pueda venir en dubda nos, Pedro Yuanes e donna Mioro sobredichos, rogamos a Johan Royz, notario publico del rey en Benavente, que feçiesse escrivir esta carta e fiziesse en ella su signo. Presentes Johan Lorenzo, fijo de don Lorenzo, Domingo Gato, don Migel de la Vermeya, Pedro Guerra, Pedro Yuanes, su fijo, Domingo Perez Peniellas, don Duras de Val de Yunco, Domingo Callado, Pedro Reçentol, Alffonso, fijo de Domingo Garçia, don Beneyto Pardal, Martin Escudero e Yuan Romo, vezinos de Castro Gonçalo.
Fecha esta carta e otorgada çinco dias de enero era de mille e trezientos e veynte e çinco annos. Yo Françisco Perez la escrivi por mandado del Johan Royz, notario sobredicho. Yo Johan Ruyz, notario sobredicho, en esta carta que Françisco Perez fizo por mio mandado fiz mio signo (signum) en testimonio de verdat.