La iglesia de San Nicolás, según plumilla de Tomás Viforcos |
El Heraldo de Zamora
Lunes, 1 de septiembre de 1913
Desde Benavente.
Tormenta espantosa. Un muerto y varios heridos. ¡Caridad!
Una tormenta funesta ha producido esta tarde el terror en toda la villa y la miseria más espantosa en la familia de un obrero dignísimo.
A la cinco de la tarde, después de regulares truenos y relámpagos, descargó la nube torrencialmente, en medio de general alegría porque se veía salvada la cosecha de uva, que estaba amenazada por la sequía tan extraordinaria por lo absoluta, que padecemos desde el invierno.
Cuando todos celebraban contentos la benéfica tormenta, creyéndola pasada, una nueva nube comenzó a relampaguear tan intensa y rápidamente, que en menos de un cuarto de hora desprendió en esta villa dos rayos en la calle de Zamora, otro sobre la torre de la iglesia de Renueva, que resultó con un ventanal rajado, otro en la Cámara de Comercio y el último, y el más trágico, en la iglesia de San Nicolás.
Celebrábase allí una fiesta al Sacramento de la Eucaristía, como domingo fin de mes, y el rayo al caer en el coro hirió a una niña de don Félix Garmón, produciéndola una herida en la frente, que manó sangre copiosísimamente; al comerciante don Francisco Regueras, ocasionándole una conmoción cerebral intensísima, con total privación del conocimiento; y al sacerdote don Juan Tapioles, a quien ha originado una hemiplejia del lado derecho.
Y por último, mató instantáneamente al celador de Telégrafo y conserje de Ateneo don Marcial del Olmo, dignísimo vecino respetado y querido de todos, por sus altos dotos morales.
Esta catástrofe pudo ser mayor porque precipitadamente quisieron todos los fieles salir del templo a la vez, arrollando los más fuertes a los más débiles en las puertas, originándose multitud de contusiones y heridas que afortunadamente no revisten, hasta ahora, gravedad.
La familia del señor del Olmo queda en una situación de tan angustiosa y extrema miseria que impone un remedio colectivo urgente.
Su mujer está enferma desde hace muchos años; su cuñada, en cama desde hace quince días, con una fiebre; y dos hijos jóvenes, un pequeño y otro un estudiosísimo, que sin el auxilio de Benavente ni podrá terminar la carrera, ni aliviar la precaria situación de su casa, su triste casa, que una tolvanera de dolor ha envuelto en miseria y lágrimas.
Benavente: la tragedia llamó a tus puertas.
El Corresponsal.
31 Agosto 1913.
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