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Panorámica de Castrogonzalo en 1990 |
Castrogonzalo se encuentra a caballo de dos zonas geográficas bien diferenciadas. Por una parte, toda la ribera del Esla, junto con el territorio del municipio limítrofe con Benavente, se enmarcan en la comarca de “Los Valles”. Estas tierras, de fértil vega, se benefician de la influencia providencial de los ríos Esla y Cea, proporcionando un paisaje de ribera fluvial muy apto para las labores agrícolas y con posibilidad de riego durante la mayor parte del año.
El otro sector del municipio está incluido dentro del paisaje de Tierra de Campos, caracterizado por grandes llanuras escalonadas, prácticamente desnudas de vegetación y escasamente irrigadas por una red fluvial muy débil. Estos territorios han sido tradicionalmente de vocación cerealista, con un predominio abrumador de las tierras de secano. Se trata, en general, de suelos arenoso-arcillosos, muy determinados para las labores agrícolas por las condiciones climáticas. El rigor de las temperaturas, la escasez de las lluvias y su irregularidad, han obligado a un sistema de cultivo bienal o de "año y vez", alternando el cultivo y el barbecho. Otra parte importante del término, la más próxima a los ríos, también ha tenido un aprovechamiento forestal, mediante la explotación de especies arbóreas de crecimiento rápido como el chopo.
Algunos datos geográficos
El término municipal limita al norte con Benavente y San Cristóbal de Entreviñas, al sur con San Esteban del Molar, al este con Fuentes de Ropel y al oeste con Castropepe, localidad perteneciente al municipio de Villanueva de Azoague. Su emplazamiento, sobre un cerro dominando el Esla, y su altitud (749 m.) hace que disponga de un clima continentalizado, con unos veranos cortos, calurosos, secos y mayormente despejados, y los inviernos muy fríos y parcialmente nublados. No obstante, la proximidad del río Esla, que lame las cárcavas bajo su casco urbano, contribuye a mitigar los rigores de la época estival.
Su territorio abarca 25,11 km² en total. El casco urbano se extiende desde la ribera del río Esla hasta las inmediaciones de la carretera de Palencia. Existe además un núcleo de población junto al puente del río Esla conocido como Paradores de Castrogonzalo, antiguamente denominado como “El Portazgo”. Fue un barrio floreciente en otro tiempo en cuanto a población y actividad económica, por los flujos comerciales y el control sobre este importante paso sobre el río.
Según el último censo de población del INE, a 1 de enero de 2024 Castrogonzalo contaba con una población de 430 habitantes, de los que 235 eran hombres y 195 mujeres. A este respecto de la evolución demográfica, se observa un claro declive del contingente total de población, circunstancia que también es observable en muchos otros pueblos de la comarca de Benavente, al menos desde principios del siglo XX. Así, en la “Guía geográfica, histórica y estadística de la provincia de Zamora”, publicada en 1905 por Felipe Olmedo y Rodríguez, se decía de Castrogonzalo: “doscientos noventa y cuatro edificios y albergues forman este Ayuntamiento y 1.058 habitantes (527 varones y 531 hembras), de los que saben leer y escribir 330 varones y 162 hembras”.
Tres son las vías de comunicación principales que se cruzan dentro del municipio, conformando un núcleo destacado del noroeste peninsular de concentración y distribución del tráfico rodado: la N-610 que une Castrogonzalo con Palencia, así como la antigua Nacional VI Madrid-Coruña, transformada desde hace años en una moderna autovía: la A6 o Autovía del Noroeste y, por último, la carretera N-630 que se dirige hacia Zamora. La autovía entre Zamora y Benavente, que forma parte de la A-66 (Ruta de la Plata), fue inaugurada en 2015, con la apertura del tramo final entre ambas localidades. Se completó así la conexión por vía rápida entre Gijón y Sevilla.
Aprovechando este importante nudo de comunicaciones, se ha creado un próspero Polígono Industrial con una creciente actividad. En los últimos años se han instalado industrias de transformación de productos del sector primario, industrias de productos lácteos, piensos compuestos, transformación de madera, de materiales plásticos, así como establecimientos hoteleros y del sector servicios.
Prehistoria y romanización.
Los valles de los ríos Esla y Cea fueron desde los tiempos más remotos objeto de un poblamiento intenso y continuado, que se tradujo en el desarrollo de una gran diversidad de culturas desde la prehistoria. Existen multitud de yacimientos arqueológicos en la comarca que ponen de manifiesto la importancia y variedad de los pueblos que se asentaron en el territorio, aprovechando las favorables condiciones físicas y de organización del espacio. En este sentido, es conocido que los cerros o tesos formados como consecuencia de la acción de la erosión fluvial sobre las plataformas sedimentarias del Terciario dieron lugar a su explotación humana desde la antigüedad, con la aparición de poblados fortificados conocidos entre los historiadores con el nombre genérico de “castros”.
La mayor parte de estos asentamientos disponían, por sus especiales características físicas, de buenas defensas naturales y estaban habitualmente próximos a los ríos, con un claro interés estratégico y defensivo. En este sector del valle del río Esla tenemos constancia de la existencia de yacimientos de tipo castreño tan importantes como los de Benavente, situado en la parte alta de la ciudad, en los llamados “Cuestos de la Estación”; en Castropepe, en Barcial del Barco, en Bretó, en el Castillón (Moreruela de Tábara), y muy especialmente en la Dehesa de Morales de las Cuevas (Fuentes de Ropel). En todos ellos se aprecian diversas fases de ocupación, con estratos que alcanzan la Edad del Hierro y se prolongan, con sucesivos abandonos y reocupaciones, hasta el periodo medieval.
En el caso de Castrogonzalo, el asentamiento se localiza en la parte superior del cerro del Castillo, donde se han recogido fundamentalmente materiales cerámicos correspondientes a la Edad del Hierro, aunque con evidencias de reocupaciones posteriores de época medieval. En cualquier caso, el poblado, de considerables dimensiones, debía estar defendido naturalmente por su parte occidental por el brusco talud que se abre sobre el río, mientras que el resto de los sectores, con una pendiente mucho más suave, obligaría a crear defensas terreras artificiales. En el año 2016 una excavación arqueológica de urgencia, desarrollada durante la realización de unas obras hidráulicas, permitió documentar varios suelos de cabañas, así como restos de muros y un suelo compuesto de cantos rodados, posiblemente de una calle. La tipología de estas estructuras y los restos cerámicos y materiales se corresponden con un poblado de la cultura de Soto de Medinilla, fechable hacia los siglos VI-V a. C.
El río Esla fue en estos territorios el límite divisorio tradicional entre los dos grandes pueblos indígenas prerromanos asentados en esta área de la Península, los astures al occidente y los vaceos al oriente. La conquista romana afectó profundamente a toda la comarca, especialmente en aquellos núcleos de población relacionados con la antigua calzada de la Vía de la Plata, que unía “Emerita Augusta” (Mérida) con “Asturica Augusta” (Astorga).
Mucho se ha escrito sobre el posible trazado de la calzada romana a su paso por esta región, así como sobre la ubicación de la mansión o población de “Brigecio”, mencionada en las fuentes como asentada en los territorios de los antiguos astures. En la actualidad, la mayoría de los autores vinculan este importante enclave romano con el yacimiento de Morales de las Cuevas, en el término municipal de Fuentes de Ropel. En relación con “Brigecio” estarían otros asentamientos romanos muy próximos, como son los pagos de Los Cenizales (Castrogonzalo) y Villaobispo (Fuentes de Ropel). De este último lugar procede un magnífico pasarriendas de bronce, hoy conservado en el Museo de Zamora.
Por otra parte, en el actual término de Castrogonzalo, además del citado yacimiento de Los Cenizales, hay constancia de ocupación correspondiente a época romana en otros pagos, como Pico Naval, Las Espinillas y Los Paradores. En Pico Naval los materiales romanos recuperados ofrecen una horquilla cronológica muy amplia que se extendería entre los siglos I y V d. C. En Los Paradores, la excavación arqueológica del yacimiento en 1991, con ocasión de las obras de construcción de la moderna autovía A6, permitió documentar estructuras de finales del siglo I d. C. y principios del II d. C.. Además, se puso de manifiesto un asentamiento prehistórico anterior, del período calcolítico. Por último, debe citarse un ara de piedra con inscripción votiva localizada en el pueblo, aunque probablemente descontextualizada. La lectura del epígrafe resulta dificultosa, dado su estado de conservación. Entre las propuestas de interpretación se apunta últimamente un culto a una divinidad fluvial relacionada con el río Cea.
Edad Media
Al margen de anteriores ocupaciones correspondientes a la Prehistoria y la romanización, el origen del actual núcleo de población de Castrogonzalo remite al proceso de colonización altomedieval, concretamente a finales del siglo IX y principios del siglo X. Tras la victoria cristiana de la batalla de Polvoraria o Polvorosa (878), junto al río Órbigo, una vez alcanzada y consolidada la línea fronteriza del río Duero, la monarquía asturleonesa emprende una ambiciosa empresa de repoblación y organización del espacio de los nuevos territorios conquistados a los musulmanes.
Es en este momento, desde las primeras décadas del siglo X, cuando en varios diplomas leoneses comenzamos a encontrar menciones a un lugar llamado “Castrum Gundisalvo Iben Muza”. El topónimo se ha interpretado en el sentido de que la repoblación se realizó con la participación de algún contingente de población mozárabe, bajo la supervisión o dirección de un tal Gonzalo, hijo de Muza. Sobre este personaje no conocemos otros pormenores, pero debió desempeñar algún tipo de función política o militar al servicio de la monarquía leonesa. Los nuevos pobladores, y sus descendientes, se asentarían en torno al antiguo castro, tal vez reaprovechando las infraestructuras defensivas de épocas pretéritas. De esta forma, el nuevo castro pasó a ser el centro de un territorio, en cuyo alfoz existirían varias aldeas o núcleos de población menores. Así fue el caso de Fuentes de Ropel, que se menciona en el siglo XI como un barrio dependiente
Así pues, en el nuevo asentamiento se conciliaba una doble función defensiva y política, uniéndose de esta manera a otro conjunto de emplazamientos de similares características que formaban la red defensiva y de poder del territorio. Esta situación privilegiada proporcionaba un dominio visual de dos zonas bien diferenciadas: por una parte, el borde suroccidental de la Tierra de Campos, y por otra la vega del Esla en su confluencia con el tramo final del río Cea. Estos condicionamientos, junto con el control sobre paso del río Esla a través de un puente antiguo, han determinado totalmente el devenir histórico de la población.
En 1141 y 1150 la infanta doña Elvira, hija de Alfonso VI, figura como tenente de Castrogonzalo. Pero a partir de la segunda mitad del siglo la plaza se vincula al concejo de Benavente, pues su territorio queda englobado dentro de su alfoz, formando parte de la denominada Merindad de Allende el Río. No obstante, la existencia de un castillo o recinto fortificado, hizo que mantuviera, al menos en el aspecto militar, una cierta personalidad propia, pues la figura de su tenente, junto con su castillo, se siguen mencionando en los documentos como una responsabilidad destacada dentro de los centros de poder del reino leonés.
La separación política de León y Castilla a la muerte de Alfonso VII en 1157, hizo que las plazas militares más o menos próximas a la frontera entre ambos reinos adquirieran un gran interés estratégico. Castrogonzalo es citado en las crónicas con ocasión de las guerras entre Alfonso IX de León y Alfonso VIII de Castilla. Igualmente, su castillo pasó a ser moneda de cambio en los tratados de paz y en las negociaciones políticas. Es el caso de la carta de arras de la reina Berenguela, esposa de Alfonso IX e hija del rey castellano, en la que se entregaban 30 castillos en 1199, entre ellos el de Castrogonzalo. En 1230, al unificarse definitivamente los dos reinos, Fernando III acuerda con sus hermanas el pago de una indemnización por los derechos sucesorios, poniendo como garantía nuevamente Castrogonzalo, junto con otras plazas leonesas.
Otro de los elementos destacados de la historia de Castrogonzalo durante la Edad Media fue el papel desempeñado por el puente sobre el río Esla. Durante el siglo XIII Alfonso IX ofreció una especial protección a este paso estratégico del Esla, llegando incluso a otorgar una feria franca en el año 1222, coincidiendo con la festividad de Santa Marina (18 de julio). Posteriormente, el puente pasó a incorporarse a los bienes de propios del concejo de Benavente, que tuvo que ocuparse con frecuencia de su reconstrucción, reparación o restauración.
A partir de 1398, todo este territorio se integró en los dominios del condado de Benavente bajo la órbita de los Pimentel. En la segunda mitad del siglo XV, algunas antiguas fortificaciones del señorío se vieron inmersas en episodios de los enfrentamientos nobiliarios bajomedievales, así como en las revueltas contra la dinastía Trastámara Es el caso de Castrogonzalo, cuyo castillo fue reconstruido y puesto de nuevo en funcionamiento durante algún tiempo.
Edad Moderna y Contemporánea
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII Castrogonzalo mantuvo un papel destacado como población importante dentro del condado de Benavente, tal y como se pone de manifiesto en los libros de contaduría de la familia. En ellos se consigna que el castillo pertenecía al conde, pero parece que la construcción se había deteriorado y había perdido sus funciones como fortificación militar. Según las Respuestas Generales del Catastro de la Ensenada, Castrogonzalo pertenece al Conde de Benavente, percibe los derechos de martiniega, pedido de marzo, un foro sobre la pesca del río, otro sobre las tierras de arrotos y medio carro de paja de cada un vecino labrador del estado general. El territorio que ocupa el término “será cinco cuartos y medio de legua de Levante a Poniente, tres cuartos y medio de legua de Norte a Sur, y cinco leguas en circunferencia con la regulación de hora por legua, confronta a el Levante con términos de las villas de Fuentes de Ropel, Villa Obispo, y San Esteban, a el Poniente con los de los lugares despoblados de Zembicos y Brive, a el Norte con término de otro lugar despoblado llamado Piquillos, y a el Sur con el del lugar de Castro Pepe”.
En 1781, en tiempos de la condesa duquesa María Josefa Alfonso Pimentel, hay constancia de la adquisición por nuestra localidad del título de villa, un hecho que debió tener una gran trascendencia para sus vecinos. La real célula fue otorgada por Fernando VI, con el consentimiento de los condes de Benavente que contaban con la capacidad de nombrar los alcaldes ordinarios.
Los acontecimientos relacionados con la Guerra de la Independencia son, sin duda, otro de los momentos culminantes en la dilatada historia de Castrogonzalo. El paso de los ejércitos francés e inglés por la localidad dio lugar a destrucciones materiales y pérdidas irreparables en el patrimonio histórico-artístico. Las dos iglesias del pueblo fueron violentadas y prácticamente saqueada. Se produjo también el allanamiento de varias casas y el puente sobre el Esla fue, en parte, destruido. Esta última acción no es achacable a las tropas francesas, sino a las inglesas que intentaban frenar el avance de Napoleón. El momento álgido de estos episodios tuvo lugar a finales de diciembre de 1808, con la llegada del propio Emperador, que según varias fuentes pasó al menos una noche en el pueblo.
En la mañana del 29 de diciembre de 1808 se produjo un choque violento de caballería en el prado de Santa Marina, junto al puente de piedra, entre los cazadores de la guardia imperial, al mando del general Lefevbre-Desnouttes y un regimiento de húsares ingleses dirigido por Lord Paget. Los ingleses habían volado con pólvora durante el día anterior varios ojos del puente sobre el Esla, con la intención de evitar, o al menos ralentizar el avance francés. El río Esla venía muy crecido por estas fechas, cosa muy habitual en invierno, que en esta zona llega a inundar gran parte de la vega que separa Castrogonzalo y Benavente. Pero los franceses, no sin cierta imprudencia, consiguieron vadear el río y obligaron a los ingleses a retirarse momentáneamente hacia Benavente. Sin embargo, pronto se produjo el contrataque inglés y el encuentro de ambos destacamentos.
Según narran varios testigos y cronistas, a pesar de la aplastante superioridad numérica francesa, los ingleses consiguieron acometer al enemigo. La caballería francesa en su retirada intentó cruzar de nuevo el río, pero en la empresa murieron ahogados algunos soldados y otros fueron hechos prisioneros, entre ellos el general Lefebvre-Desnouttes. Según se relata en el Diccionario de Madoz, Napoleón llegó aquella misma tarde, sobre las tres y media, a Castrogonzalo, y se alojó en la casa rectoral de la parroquia de San Miguel. Esta vivienda, situada en el Barrio de Arriba, en la plaza de La Laguna, fue derribada hace algunos años debido a su estado ruinoso, pero en la memoria colectiva de los vecinos todavía permanece el recuerdo del paso del Emperador por estas tierras.
Arquitectura popular y mansiones blasonadas
Aunque la localidad ha perdido en las últimas décadas una parte muy destacada de sus edificaciones más características, fruto de una no siempre bien entendida modernidad, aún se mantienen interesantes muestras de arquitectura tradicional, basada como en el resto de villas de Tierra de Campos, en el uso del tapial y el adobe como elementos constructivos. Viviendas, cobertizos, palomares, bodegas y cercados mantienen vivo ese espíritu austero e intimista de antaño, basado en el empleo del barro. La casa tradicional es de tapiales de tierra cruda, con aleros de bocateja y ladrillos a dientes de sierra como adornos en la fachada.
Junto a estas viviendas populares, también se conservan algunas mansiones pertenecientes a las familias y linajes más encumbrados de la localidad. Dos son los exponentes más destacados que hoy podemos contemplar, situados en las calles Carrancha y El Clavel respectivamente. Ambas están presididas por el mismo emblema heráldico, vinculado a la familia Alaiz. En el caso del escudo de la calle Carrancha, en su parte superior e inferior incluye un epígrafe identificativo: “ARMAS DE DON FVLGENCIO ALAYZ BOGONEZ”. Fulgencio Pío de Alaiz Bogónez (1739-1822) fue un hidalgo muy destacado en la comarca, poseedor del mayorazgo de los Alaiz Bogónez, con importantes propiedades, principalmente en Castrogonzalo y Fuentes de Ropel. La familia contaba con capilla propia, dedicada a la Vigen del Rosario, y sepultura en el interior de la iglesia de San Miguel.
Estos dos edificios cuentan en sus fachadas principales una similar disposición. Su distribución está basada en un primer piso de buena sillería, a base de una piedra caliza rugosa, en el que se abren varios vanos rectangulares protegidos con magnifica rejería de hierro forjado. Estas rejas presentan una estructura típica romboidal, también presente en otras casas del pueblo. El segundo piso es de ladrillo rústico macizo, aparejado con gruesas hiladas de mortero. Se abren aquí amplios balcones, también de hierro forjado, pero la mayoría de los vanos han sido modificados y ampliados para adaptarlos a las nuevas necesidades de las viviendas. Igualmente. de ladrillo y mortero, pero ahora curvos, es el remate que recibe el alero del tejado. La construcción de ambos edificios corresponde a las mismas familias y a un mismo momento, que debe situarse probablemente en la segunda mitad del siglo XVIII.
Más o menos coetáneo debe ser otro edificio muy recomendable por mantener casi intacta su estructura primigenia. Se trata de la antigua panera o pósito de cereales, perteneciente en su origen a la Parroquia de San Miguel y situada en las inmediaciones de la misma. Es una construcción de planta rectangular levantada con gruesos paredones de tapial, en los que se abren minúsculos vanos. Su cubierta es tejada a cuatro aguas. Tanto las esquinas como los paramentos centrales se reforzaron con sillares de piedra bien trabajada e hiladas de ladrillo. También con buena sillería se aderezó la única puerta de acceso, grabándose sobre el dintel la inscripción: “AÑO DE 1785”. Una tradición local afirma que en este edificio durmieron los soldados franceses durante los episodios de diciembre de 1808.
Particular interés tiene también la llamada Casa del Portazgo, situada en Paradores de Castrogonzalo, junto a la autovía A6. Se trata de un sólido edificio construido por regular sillería del país, aunque notablemente alterado en su estructura y en su puerta principal por su adaptación para vivienda. Un bello reloj de sol incrustado en una de las esquinas de su fachada, pone la nota pintoresca a tan singular construcción. Bajo sus soportales, ya desaparecidos, se refugiaron de la intemperie viajeros y caballerías. Es uno de los pocos testimonios antiguos de un barrio en otro tiempo lleno de vitalidad por el trasiego de personas, ganados y mercancías, donde pululaban además las ventas y los mesones.