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martes, 24 de marzo de 2009

El Libro Becerro del VI Conde de Benavente - La contaduría de la casa Pimentel


Detalle de la placa del Libro Becerro del VI Conde de Benavente

El VI conde de Benavente

Antonio Alfonso Pimentel (1514-1575), VI Conde y III Duque de Benavente (1530-1575), fue hijo del V Conde, Alonso Pimentel, y de Ana Hernández de Velasco y Herrera. Nació en Benavente en 1514. Fue titular del condado de Benavente tras la muerte del primogénito de la familia, Rodrigo Pimentel, pues aunque éste llegó a ser V conde de Mayorga, nunca pudo gozar de la posesión del cetro de la casa. Según Fernández de Oviedo en sus “Batallas y Quinquagenas”, “este murió en edad de seys años”.

Antonio Alfonso Pimentel casó con Luisa Enríquez y Girón, hija de Fernando Enríquez, V Almirante de Castilla, y de María Girón. Fue uno de los nobles más destacados e influyentes del reinado de Carlos V, acompañando al emperador en algunos de sus viajes europeos. Participó activamente en 1535 en la campaña de Alemania y en la famosa expedición a Túnez contra Barbarroja. En 1554 su palacio-fortaleza de Benavente alojó durante varios días al entonces príncipe Felipe, futuro Felipe II. El relato de la estancia de la comitiva real en el palacio, y en otros espacios señoriales de recreo, tales como el Jardín y El Bosque, fue descrito con todo lujo de detalles por Andrés Muñoz. En 1567 fue nombrado virrey y capitán general del reino de Valencia, cargos que desempeñaría hasta 1571.

Durante el reinado de Felipe II mantuvo su vinculación y lealtad a la corona. Acompañó al monarca en 1548-1549 en su viaje a los Paíse Bajos, asistiendo a los numerosos festejos y agasajos que se realizaron al paso de la comitiva real. En 1565 formó parte del cortejo que llevó a la reina Isabel de Valois a Bayona.

Las crónicas describen a Antonio Pimentel como un personaje amante de las artes y las letras. Entre su cultivada corte de servidores cabe destacar a su secretario, Antonio de Torquemada, autor de diversas obras de gran difusión en su época como los "Colloquios satíricos" o el "Jardín de Flores curiosas".

Murió el conde en Valladolid, el 20 de febrero de 1575, "entre las diez y las once, antes de media noche". En su testamento expresaba su deseo de que "mi cuerpo sea sepultado en el monesterio de San Francisco de la mi villa de Benavente, en la capilla mayor donde están los cuerpos de los muy illustres señores don Alonso Pimentel y doña Ana de Velasco y de Herrera, su muger, conde y condesa de Benavente, mis padres, y del muy illustre señor conde don Rodrigo Alfonso Pimentel, mi abuelo, y de los otros mis señores anteçesores que en gloria sean, y que allí pongan y entierren mi cuerpo en la bóbeda del dicho enterramiento, a los pies de los dichos señores mis padres, llanamente, sin poner piedra ni tumba enzima".

Ledo del Pozo, en su "Historia de la nobilísima villa de Benavente, indica que sus hijos fueron los siguientes:

- Don Luis, VII conde.
- Don Juan Alfonso, VIII conde.
- Doña María, mujer de don Fadrique de Toledo, IV duque de Alba, conde de Salvatierra. Felipe II creó a doña María duquesa de Huéscar, por cuyo motivo han usado desde entonces este título las mujeres de los primogénitos de los duques de Alba.
- Doña Luisa, mujer de don Juan Álvarez de Toledo, V conde de Oropesa y Deleitosa.

Sin embargo, Domingo de Ascargorta en su "Origen de los Condes Duques de Benavente y su apellido Pimentel" recoge una descendencia  bastante más numerosa, con un total de 11 hijos:

- Don Luis Alfonso Pimentel, conde de Mayorga.
- Don Juan Alfonso Pimentel, conde de Luna.
- Don Alonso Pimentel.
- Don Pedro Pimentel.
- Don Jerónimo Pimentel.
- Don Francisco Pimentel.
- Don Antonio Pimentel.
- Don Fernando Pimentel.
- Doña Luisa Pimentel, que casó con don Juan Álvarez de Toledo, quinto conde de Oropesa.
- Doña María Pimentel, que casó con don Fadrique de Toledo, duque de Huesca (sic), primo segundo del duque de Alba.
- Doña Ana Pimentel, que murió doncella.

La familia de Antonio Alfonso Pimentel, VI conde de Benavente


El manuscrito

Este manuscrito proporciona una ingente la información sobre los estados del condado de Benavente a mediados del siglo XVI. Al margen de su indudable interés histórico y documental, constituye por sí mismo una auténtica joya bibliográfica. Presenta una encuadernación mudéjar de las denominadas "de cartera", compuesta de una cubierta de piel adornada de lacerías con cintas y ocho estrellas, también bordadas, con el mismo sistema. La parte interior fue forrada con badana, revelándose todas las puntadas de las lacerías.

La encuadernación en cartera, junto con los cueros repujados y los motivos platerescos son algunos de los elementos definidores de la encuadernación española del Renacimiento. La influencia mudéjar se manifiesta en la profusión de figuras geométricas, lacerías, cruces, manecillas de metal, así como por el uso de terciopelos y filigranas de oro y plata. Durante todo el siglo XVI persiste en la Península el estilo mudéjar en la encuadernación, que coexiste con otras corrientes artísticas foráneas. Los fundamentos de esta técnica de la cartera fueron establecidos por los guadamacileros en los siglos XIII y XIV. Las cubiertas de cartera nacieron para salvaguardar con mayores garantías los libros, siendo complementadas habitualmente con cierres basados en correas y hebillas. Uno de los focos principales de esta modalidad de encuadernación fue la ciudad de Toledo, donde los artesanos judíos y algunos clérigos revestían los libros siguiendo estas técnicas.

El estado general de conservación del manuscrito es muy aceptable, aunque a lo largo de su historia ha debido sufrir diversas alteraciones. Además, el libro fue sometido a una cuidada restauración en los años 1985 y 1986. En el siglo XVII era descrito de la siguiente manera: “...un libro de papel de marca mayor, dorados los cantos de las hojas, forrado en baqueta carmesí, pespuntada la cubierta con trencilla de seda cabellada, con una correa del mesmo cuero con un remate a la postre de plata en que está un escudo con cinco conchas a la mano derecha y dos castillos y un león a la izquierda”.

Sirve de cierre al ejemplar una correa central que envuelve la solapa y rodea toda la encuadernación. La correa está jalonada de veneras de plata, noble remache y refuerzo de cada uno de los orificios. Se completa el conjunto con una hebilla o pasador de plata y una placa del mismo metal, todo ello de genuina inspiración plateresca. Dada la calidad de la labor de platería, y de la documentación existente sobre la compra de diversos objetos de este metal por parte del VI conde a partir de 1530, la autoría de estas piezas se ha puesto en relación con la producción del platero Antonio de Arfe (ca.1505-1575).

La decoración del pasador o hebilla tiene una disposición simétrica, con una pareja de personajes tocados con casco y, sobre ellos, dos dragones o grifos con sus cabezas opuestas.

La placa es una pieza de gran belleza plástica. Por su tamaño y diseño sobrepasa con creces sus fines prácticos para convertirse en un elemento de ostentación y realce de todo el códice. Fue concebida como un auténtico ex libris, remate acorde con la distinción de su propietario y el valor otorgado a su contenido. De forma rectangular, con un apéndice triangular, está claveteada con sus correspondientes remaches en la parte posterior para fijarse a la correa. Tiene su reverso presidido por una concha muy estilizada, grabada con finas incisiones y rodeada por lambrequines. Hay que recordar que la concha o venera fue un motivo decorativo habitual, no sólo en el escudo de los Pimentel, sino en toda la iconografía y la edilicia asociada a la familia.

En su anverso lleva por motivos principales las cinco veneras del linaje Pimentel, a la izquierda, y las armas de los Enríquez, almirantes de Castilla, a la derecha. Estos asuntos están enmarcados por una moldura de finos listeles y una delicada cenefa a base de roleos y flores. En la parte inferior, rodeado de cortinajes, hay un medallón de talla renacentista. Cobija el tondo un personaje de reminiscencias clásicas, una representación alegórica del sexto titular de la casa de Benavente, Antonio Pimentel, bajo la efigie de Hércules o Heracles tocado de la piel del león de Nemea.

Según el relato de la mitología clásica, el primero de los doce trabajos de Heracles fue matar al león de Nemea y despojarle de su piel. El fiero animal había estado aterrorizando los alrededores, y tenía una piel tan gruesa que resultaba impenetrable a las armas. Heracles intentó en vano desollar al león. Por fin Atenea, disfrazada de vieja bruja, ayudó a Heracles al advertir que las mejores herramientas para cortar la piel eran las propias garras del león. De esta forma, gracias a la intervención de Atenea, consiguió el héroe la piel del león, que desde entonces vistió a modo de armadura. Durante la Edad Media y el Renacimiento el mito de Hércules se convirtió en un exponente de las virtudes asociadas a los miembros de la nobleza.

Libro Becerro del VI Conde de Benavente (1545)

La vinculación entre el hijo de Zeus y Alcmena, y la iconografía de la casa condal de Benavente es bien conocida. Según recoge Antonio de Torquemada en su descripción del Jardín del Conde estaba “a la entrada de él un gran patio, que en las paredes de él estaban pintados los trabajos de Hércules con algunas historias del Rey David”. Igualmente, una cabeza de un joven Hércules con la piel del león de Nemea se conserva en el Monasterio de Santa Clara, muy probablemente de la misma procedencia y de cronología romana.

Nuestro manuscrito es una fuente de tipo hacendístico de carácter sistemático. Es un completo inventario de los derechos, rentas y bienes pertenecientes a los condes de Benavente en las villas, aldeas y lugares de su jurisdicción. Como muchos de estos derechos estaban asociados a la participación fiscal en las rentas del Concejo de Benavente se copiaron in extenso las ordenanzas municipales correspondientes. Por todo ello el valor histórico de todo este corpus documental es muy apreciable.

El núcleo central del texto fue redactado en torno al año 1545, bajo el mandato, como se ha dicho, del VI Conde, pero con posterioridad se fueron añadiendo anotaciones con otros derechos complementarios, donde no faltan rectificaciones y aclaraciones. En total el libro se compone de 468 folios, aunque de ellos solamente los 357 primeros están escritos. 451 folios están foliados y los 17 últimos sin foliar. Sus medidas son 420 x 295 mm. Su primer folio lleva el siguiente encabezamiento: "Libro Bezerro. Su formación. Año de 1545".

Complemento y ayuda muy recomendable para manejar el ejemplar es el denominado "Índice del libro Becerro". Se trata de un pequeño cuadernillo suelto de 425 x 150 mm., encuadernado en piel, en el que se recogen los distintos pueblos y lugares por orden alfabético, con la indicación del número de folio donde se encuentran.

En los folios 345-348 hay un auto de 21 de marzo de 1670 que se inserta bajo el título: "Antigüedad y authoridad que tiene este Libro Becerro". En él se consigna la confección del libro en 1545 bajo el mandato de Antonio Pimentel y Luisa Enríquez. Pare ser que en este año de 1670 la Contaduría del Conde sometió este manuscrito a una profunda revisión, pues se trataba del instrumento fundamental para la justificación y recaudo de las rentas señoriales. Fruto de todo ello es una extensa diligencia de autentificación, avalada por el testimonio de varios testigos. Entre los firmantes aparece Domingo de Ascargorta. Este personaje es el autor de una obra, aún inédita, denominada "Origen de los Exmos Señores Condes Duques de Benavente y de su apellido Pimentel", manuscrito de 1656.

A partir de 1771, tras el matrimonio de la XV condesa-duquesa de Benavente, María Josefa Pimentel, con Pedro de Alcántara Téllez-Girón, IX duque de Osuna, se extingue el linaje Pimentel y todos sus títulos y propiedades fueron incorporados al patrimonio de esta importante familia noble española. A mediados del siglo XIX, con la quiebra de la Casa de Osuna y el desmantelamiento del patrimonio señorial, se produce la venta y subasta de sus bienes muebles e inmuebles. De esta forma, una parte importante de las propiedades originarias de los Pimentel en la provincia de Zamora, más de 9.000 hectáreas en total, fueron adquiridas, en los años 1869 y 1870, por Fernando Fernández Casariego. Debió ser en este momento cuando el “Libro Becerro del VI Conde de Benavente” pasó al patrimonio familiar de este hidalgo asturiano, muy probablemente formando parte de la documentación probatoria.

Después de diversos avatares la mayor parte de la documentación que guardaban los Pimentel en su palacio-fortaleza y en las casas de la Contaduría de Benavente acabó recalando en la Sección Osuna del Archivo Histórico Nacional. Desde 1993 estos fondos se custodian en la Sección Nobleza del Archivo Histórico Nacional, con sede en la ciudad de Toledo. Conserva este archivo toledano, aparte de una notable colección de legajos y documentos, varios libros de ingresos, rentas y arrendamientos de los Pimentel. Destaca por su antigüedad el denominado “Libro Becerro del Conde don Alonso Pimentel” (AHN, Osuna, leg. 444) correspondiente al III Conde de Benavente, Alonso Pimentel (1440-1459). Este manuscrito, por su estructura y contenido, puede considerarse un antecedente y, en cierta medida, modelo del ejemplar que ahora comentamos.

Como curiosidad debe señalarse que en los dos primeros folios de nuestro Libro Becerro existen ciertas anotaciones de interés relacionadas con la historia de Benavente. No parecen guardar relación con el resto del libro, pues están hechas con letra del siglo XVIII. En una de ellas se recoge cómo el 12 de mayo de 1738 se quemó el reloj de Benavente. En otra hay noticia del "Terremoto de Lisboa" y sus secuelas en la ciudad el 1 de noviembre de 1755. Otra nos relata un gran incendio en la calle de la Rúa, en 1560, quemándose cincuenta y cinco casas, cincuenta correspondientes a la parroquia de San Nicolás y cinco a la de Santa María del Azogue.

Detalle del tondo o medallón con la efigie de Hércules tocado con la piel del león de Nemea

Escudo del VI Conde de Benavente en Santa María del Azogue

El tenor de la anotación del folio 345 es el siguiente:

"En la villa de Benavente a veinte y un días del mes de marzo de mil y seiscientos y setenta años. La contaduría mayor de los estados del Excelentísimo Señor Conde-Duque de Benavente Don Antonio Alfonso Pimentel, mi Señor dijo que por cuanto entre los papeles que hay en esta contaduría mayor esta un libro de papel de marca mayor, dorados los cantos de las hojas, forrado en baqueta carmesí, pespuntada la cubierta con trencilla de seda cabellada, con una correa del mesmo cuero con un remate a la postre de plata en que está un escudo con cinco conchas a la mano derecha y dos castillos y un león a la izquierda, que las primeras son las armas principales de los señores de la Casa de Benavente y las segundas de los Enríquez, almirantes de Castilla, y en la otra cubierta está también una hebilla de plata donde entra y pende la dicha correa, el cual está numerado de nú­meros de guarísmo hasta el folio cuatrocientos y cincuenta y uno, y todas las dichas hojas en todo o en parte están escritas, y las demás que se siguen al dicho número están al presente por numerar, y en las hojas escritas están asentadas las villas y lugares que son, y antiguamente fueron, de este estado en hojas de por sí y lo que cada una paga de la renta cada año a su Excelencia con toda distinción y claridad, que tiene por nombre Libro Becerro y, según parece por lo que está escrito en las hoja trescientos y treinta y una, se escribió el año de mil y quinientos y cuarenta y cinco, en tiempo que vivían los Excelentísimos Señores Condes Don Antonio Pimentel, primero de este nombre, y la Excelentísima Señora Doña Luisa Enríquez, su mujer, por el cual desde que se reformó hasta el presente tiempo se han hecho las rentas y dado a los renteros los requerimientos para cobrar lo que cada uno toca, y siempre que sea ofrecido consultar algunas partidas de las que están escritas y sentadas en dicho libro y presentarlas en juicio sea dado y dé entera fe y crédito a él y a ellas.
Y para que en todo tiempo conste de la antigüedad y autoridad que tiene y ha tenido dicho libro, mandaron se reciba información de los testi­gos más ancianos y de mayor crédito que haya en esta villa y su tierra de lo que saben y han visto del crédito que se debe dar al dicho libro que pide y extraiga ante sus mercedes para proveer [...] Juan Antonio Silvestre, Alejandro de Acosta y Tovar, Domingo de Ascargorta, Don Andrés del Abaurre, ante mí Juan Crespo".

Anotación en el folio 345r.

Anotación en el folio 345v.

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