Chronica Minora
Con el puente destruido y sus ruinas defendidas por la retaguardia inglesa no quedaba otra solución que buscar vías alternativas que acabaran con este estratégico punto de resistencia. La infantería del 6º cuerpo fue enviada a Villafer, donde intentarían vadear el río, mientras que los jinetes harían lo propio en algún punto próximo a Castrogonzalo. Una vez sorteado el cauce del Esla, se dispondrían a reconocer el territorio en la otra orilla para descubrir si el enemigo se retiraba hacia Zamora o sobre Astorga.
Lefebvre llega al Esla y comprueba que junto al puente no hay más que piquetes de caballería, lo que le induce a pensar que los ingleses ya se han retirado de Benavente. Como el puente está impracticable busca, y encuentra, un vado a unos dos kilómetros aguas arriba, a la altura de Castrogonzalo, y con muchas dificultades, consigue vadear el río con toda su tropa, compuesta por unos 300 cazadores. La gran profundidad del vado elegido hace temeraria la empresa y obliga a los caballos prácticamente a nadar contra la corriente. Fernández Brime puntualiza que previamente, para comprobar la profundidad y la corriente, se había hecho atravesar el río a un paisano montado en una yegua.
La captura del general Charles Lefebvre-Desnouettes es, sin duda, el acontecimiento que mayor trascendencia tuvo de todos los episodios relacionados con la "Carrera de Benavente". La noticia fue difundida inmediatamente por el mando inglés, consciente de su efecto propagandístico y de su importancia para levantar la moral de una tropa que llevaba varios días desconcertada por su precipitada retirada. Lógicamente este asunto fue objeto de la máxima atención por parte de todos los observadores, y dejó su fiel reflejo en la documentación de los altos mandos y en los relatos de los diarios de los militares ingleses y franceses.
James Carrick Moore sitúa los acontecimientos en torno a las 9 de la mañana del día 29 de diciembre de 1808, antes incluso de que su hermano se hubiera puesto en movimiento en dirección a Astorga. Según este mismo testimonio el propio Lefebvre habría confesado y detallado a Sir John Moore sus planes una vez hecho prisionero.
James Carrick Moore sitúa los acontecimientos en torno a las 9 de la mañana del día 29 de diciembre de 1808, antes incluso de que su hermano se hubiera puesto en movimiento en dirección a Astorga. Según este mismo testimonio el propio Lefebvre habría confesado y detallado a Sir John Moore sus planes una vez hecho prisionero.
Las informaciones de las que disponía el ejército británico eran que el día 28 el Emperador había pernoctado en Villalpando. Sin embargo, todo apunta a que en realidad pasó aquella noche en Valderas. De hecho, sus cartas de la jornada siguiente se fechan en Valderas, alguna de ellas redactada, sin duda, en las primeras horas del día. Desde aquí dio instrucciones a Lefebvre de intentar cruzar el Esla, pero sin comprometerse en un choque directo hasta que no llegaran los refuerzos correspondientes a un regimiento polaco. La orden del Emperador fue emitida probablemente en torno a las cinco de la mañana del 29 de diciembre, y en ella se especifica que no se debía "insistir si el puente estaba defendido por la infantería". Este dato coincide al pie de la letra con lo detallado por Napoleón en carta a su hermano José I: "Le había enviado en una misión de reconocimiento con un destacamento de cazadores de mi Guardia, recomendándole que no se comprometiera".
Existía, por tanto, un desfase de algunas horas entre la situación de Napoleón y Lefebvre, que avanzaban por el mismo camino y que habría de ser fatal para la suerte de este último. El oficial polaco Dezydery Chlapowski, ayudante de campo de Bonaparte en 1808, señala que Lefebvre salió con los cazadores de la guardia mucho antes que el Emperador, y antes también de que comenzara a caer con fuerza la lluvia, lo que le había alejado demasiado del grueso del ejército. Todos estos esfuerzos no tenían otra finalidad que permitir a la caballería cruzar el Esla lo antes posible, a fin de hacer un reconocimiento de las posibles rutas seguidas por el enemigo hacia Zamora y Benavente.Con el puente destruido y sus ruinas defendidas por la retaguardia inglesa no quedaba otra solución que buscar vías alternativas que acabaran con este estratégico punto de resistencia. La infantería del 6º cuerpo fue enviada a Villafer, donde intentarían vadear el río, mientras que los jinetes harían lo propio en algún punto próximo a Castrogonzalo. Una vez sorteado el cauce del Esla, se dispondrían a reconocer el territorio en la otra orilla para descubrir si el enemigo se retiraba hacia Zamora o sobre Astorga.
Lefebvre llega al Esla y comprueba que junto al puente no hay más que piquetes de caballería, lo que le induce a pensar que los ingleses ya se han retirado de Benavente. Como el puente está impracticable busca, y encuentra, un vado a unos dos kilómetros aguas arriba, a la altura de Castrogonzalo, y con muchas dificultades, consigue vadear el río con toda su tropa, compuesta por unos 300 cazadores. La gran profundidad del vado elegido hace temeraria la empresa y obliga a los caballos prácticamente a nadar contra la corriente. Fernández Brime puntualiza que previamente, para comprobar la profundidad y la corriente, se había hecho atravesar el río a un paisano montado en una yegua.
Una vez cruzado el río, la avanzadilla francesa acometió a las escasas fuerzas que defendían la posición. La narración del Conde de Toreno resulta muy descriptiva de lo sucedido a continuación: "Cejaron estos al principio, excitando gran clamoreo las mujeres, rezagados y barajeros derramados por el llano que yace entre el Esla y Benavente. El general Stewart tomó luego el mando de los destacamentos ingleses, se le agregaron algunos caballos más y empezó a disputar el terreno a los franceses, que continuaron, sin embargo, en adelantar, hasta que Lord Paget, acudiendo con un regimiento de húsares, los obligó a repasar el río".
Matiza algunos de estos extremos James Carrick Moore. Los escuadrones fueron atacados por el brigadier Stewart, a la cabeza de unas patrullas del regimiento 18º y del 3º de dragones ligeros de la K.G.L. y fueron expulsados de nuevo por el vado: "Su coronel, un general de división llamado Lefebvre, fue cogido prisionero junto con 70 hombres entre soldados y oficiales". No informa de bajas o heridos, aunque reconoce que se luchó muy duramente y resalta que los ingleses estaban en franca inferioridad numérica.
Como cabía de esperar la versión de Napoleón es radicalmente distinta, según se expone en una carta de 31 de diciembre a José Bonaparte. Al cruzar el río a la altura de Benavente, Lefebvre se habría encontrado con 3.000 hombres de caballería inglesa contra los que cargó: "mató a muchos; se vio obligado a ceder porque eran superiores en número; pero al cruzar el río, estando su caballo herido, se ahogaba, cuando dos ingleses le salvaron. Este encuentro me ha costado unos sesenta hombres de mis cazadores, heridos, muertos o prisioneros Por la noche tenía 8.000 hombres de caballería en aquel mismo lugar; pero los ingleses estaban ya lejos". En carta a Josefina de ese mismo día cifra en 300 los cazadores franceses que participaron en la refriega. Dice que a la vuelta, fue herido el caballo de Lefebvre y se ahogaba, y la corriente le devolvía de nuevo a la orilla derecha del Esla donde estaban los ingleses. Desea feliz año y pide consuelo para la mujer del militar prisionero.
Como cabía de esperar la versión de Napoleón es radicalmente distinta, según se expone en una carta de 31 de diciembre a José Bonaparte. Al cruzar el río a la altura de Benavente, Lefebvre se habría encontrado con 3.000 hombres de caballería inglesa contra los que cargó: "mató a muchos; se vio obligado a ceder porque eran superiores en número; pero al cruzar el río, estando su caballo herido, se ahogaba, cuando dos ingleses le salvaron. Este encuentro me ha costado unos sesenta hombres de mis cazadores, heridos, muertos o prisioneros Por la noche tenía 8.000 hombres de caballería en aquel mismo lugar; pero los ingleses estaban ya lejos". En carta a Josefina de ese mismo día cifra en 300 los cazadores franceses que participaron en la refriega. Dice que a la vuelta, fue herido el caballo de Lefebvre y se ahogaba, y la corriente le devolvía de nuevo a la orilla derecha del Esla donde estaban los ingleses. Desea feliz año y pide consuelo para la mujer del militar prisionero.
Con Lefebvre prisionero, sus tropas aturdidas y desorientadas intentaron repasar el Esla con aún mayores dificultades que en la intentona anterior, pues sus aguas habían vuelto a crecer en el intervalo. Su primera reacción, una vez alcanzada la orilla opuesta, fue la de intentar volver para rescatar a su jefe cautivo. Formaron para cargar de nuevo, pero los ingleses lograron situar rápidamente dos piezas de artillería ligera junto al puente, y con fuego de metralla dispersaron a los escuadrones franceses. En palabras del teniente Augustus Schaumann: "en verdad un cuadro digno de ser pasado a la posteridad por el pincel de un pintor de batallas como Lutherbourg o Bourgoin".
A la vista de la debacle, Napoleón intentó ofrecer a los ingleses un trato para el intercambio de prisioneros, y poder así recuperar a su antiguo ayuda de campo. Propuso al general en jefe enemigo cambiarlo por un oficial del mismo rango detenido en Francia, pero Moore no quería soltar una presa que le proporcionaba un trofeo ante la opinión pública británica. Fue tratado, eso sí, con todas las correcciones y distinciones propias de su rango.
Algunas horas después del incidente del Esla, bajo bandera blanca, llegaba el equipaje de Lefebvre. Esa misma noche pudo compadecer como comensal de honor a la mesa del mismísimo Moore, perfectamente ataviado con su reluciente uniforme de cazador. Su gesto era, sin embargo, apesadumbrado pues no hizo más que repetir durante la velada que Napoleón "nunca perdonaba a los desafortunados". Su anfitrión pensó entonces que lo más apropiado para levantar su ánimo sería hacerle firmar un documento en el que daba su palabra de no intentar escapar. Pero acabó siendo enviado a Londres, lo que aumentó la cólera del Corso.
Por su parte, Napoleón trató de quitarle importancia al acontecimiento, desvirtuando la labor hecha por los ingleses: "Los ingleses habían difundido en el país que habían batido a cinco mil hombres de caballería francesa sobre los bordes de Esla, y que el campo de batalla estaba cubierto de muertos. Los habitantes de Benavente se han sorprendido mucho, cuando visitando el campo de batalla, encontraron allí sólo tres ingleses y dos franceses. Este combate de cuatrocientos hombres contra dos mil, ha hecho mucho honor a los franceses. Las aguas del río habían aumentado durante todo el día el 29, de modo que a finales de la jornada el vado no era ya practicable. Ha sido en medio del río, y ante la posibilidad de ahogarse, cuando el general Lefebvre-Desnouettes que se ha sido lanzado por la corriente sobre la orilla ocupada por los Ingleses, ha sido apresado".
Por su parte, Napoleón trató de quitarle importancia al acontecimiento, desvirtuando la labor hecha por los ingleses: "Los ingleses habían difundido en el país que habían batido a cinco mil hombres de caballería francesa sobre los bordes de Esla, y que el campo de batalla estaba cubierto de muertos. Los habitantes de Benavente se han sorprendido mucho, cuando visitando el campo de batalla, encontraron allí sólo tres ingleses y dos franceses. Este combate de cuatrocientos hombres contra dos mil, ha hecho mucho honor a los franceses. Las aguas del río habían aumentado durante todo el día el 29, de modo que a finales de la jornada el vado no era ya practicable. Ha sido en medio del río, y ante la posibilidad de ahogarse, cuando el general Lefebvre-Desnouettes que se ha sido lanzado por la corriente sobre la orilla ocupada por los Ingleses, ha sido apresado".
Circularon las más variopintas versiones acerca del nombre de los soldados británicos, y la unidad de pertenencia, que llevaron el honor de haber dado caza al Lefebvre. Los contradictorios rumores y comentarios difundidos entre la tropa son significativos de la gran importancia que se otorgaba a la gesta. Igualmente, los efectos personales de Lefebvre se convirtieron en un goloso botín de guerra, disputado por sus captores, fueran estos presuntos o reales.
Según el hermano de Moore, como el general francés se había visto obligado a entregar su espada al soldado que le capturó, John Moore le regaló un valioso sable de las Indias orientales. Schaumann señala a un soldado del 18 de Húsares, de nombre Grimsdales. Benjamín Harris alude dubitativamente a un tal Franklin del 10º de Húsares, que habría sido ascendido inmediatamente a sargento. Otra versión cita a un miembro de 3º de húsares que exhibía en el buque de regreso a Inglaterra, como botín, un estuche de munición y bandolera "con pesadas incrustaciones de plata". Para William Verner los responsables del apresamiento habrían sido un hombre de 7º y otro del 10 regimiento de húsares. El primero cogió su reloj y el segundo se hizo con sus pistolas. El propio Verner manifiesta haberse cruzado con Lefebvre, ya prisionero, cuando avanzaba a galope desde Benavente hacia la llanura del Esla: "vi a un oficial francés a cargo de algunos hombres que le llevaban a la ciudad; al cruzarnos sonrió: era el general Lefebvre".
Imágenes: 1. Sir John Moore, por Lawrence [c.1804]; 2. Puente de Castrogonzalo [Foto Rafael González]; 3. Napoleón Bonaparte cruzando los Alpes, por David [1801]; 4. Captura del general Lefebvre-Desnouettes, por Dighton y 5. Lord Paget, por George Dawe [c. 1817].
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