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Escalinata de la Plaza del Grano |
La escalinata de la Plaza del Grano, o de los Bueyes, es uno de esos rincones benaventanos en los que parece que el tiempo se ha detenido. Ajena al avance imparable de las nuevas construcciones e indultada, de momento, por la vorágine urbanística, su estampa se ha mantenido prácticamente inalterada durante varias generaciones.
Se extiende de arriba a abajo, en forma de abanico, siendo más estrecha en la parte superior y más ancha en la inferior. Consta de trece escalones y se concibió como una forma de salvar el notable desnivel, de varios metros, existente entre la Plaza del Grano y la cuesta de la Calle de la Encomienda.
La irregularidad y el desgaste de los peldaños evidencian la antigüedad de su fábrica y el uso habitual para el tránsito de los viandantes. Completa la escalera un muro de piedra que recorre y protege este terraplén, haciendo las veces de parapeto o pretil. El muro evidencia varias fases constructivas, con una parte más antigua en las hiladas inferiores y piedra reaprovechada en las superiores. Se utilizaron para ello sillares de diversa factura y calidad, incluyendo grandes losas horizontales, talladas a dos aguas, en el remate alto de las paredes.
Entre algunos vecinos esta construcción ha sido conocida tradicionalmente como "la barbacana". En el vocabulario de las fortificaciones la barbacana es la obra avanzada y aislada para defender puertas de plazas, cabezas de puente, etc. Pero otra de sus acepciones es la de muro bajo con que se suelen rodear las plazuelas que algunas iglesias tienen alrededor de ellas o delante de alguna de sus puertas.
Resulta difícil conocer la configuración antigua de todo el espacio situado entre la Plaza del Grano y las iglesias de San Nicolás y San Juan del Mercado. La construcción de la actual Plaza Mayor y el edificio del ayuntamiento debieron variar la ordenación urbana de toda esta área. En 1455 el conde de Benavente ordena que el "mercado e las ferias que se fizieren de aquí adelante en la dicha mi villa se fagan çerca de las dichas yglesias de Sant Nicolás e Sant Juan, donde primeramente se solían haser".
Así pues, parece que los mercados y las ferias se celebraban en esta zona desde época medieval, diferenciando la parte baja, conocida como “Mercado” o “Mercado del Ganado” o “Plaza de los Bueyes”, y la parte alta, también conocida como “Mercado”, o "Plaza de los Jueves", dedicada a otros productos. La escalinata serviría como nexo de unión entre ambos espacios.
Ya desde el siglo XV hay noticias de gastos e intervenciones del concejo en diversas obras en el "Mercado". En los libros de cuentas de 1493, correspondientes al mayordomo Juan de Benavente, se anotan diversos asientos con relación a una escalera, un arco y un muro o pared de cal y canto "hacia San Juan". Los trabajos consistieron en abrir cimientos, cavar y mazonar tierra detrás de la pared, empedrar los suelos, asentar ladrillos, etc. En este interesante documento, transcrito por María Álvarez Fernández, se indica que dicha escalera estaba próxima a "la picota", esto es, el rollo jurisdiccional. A este respecto, es muy significativo otro documento de 1552, que se refiere a este sector de la villa en los siguientes términos:
“En la villa de Benabente, jueves día de mercado, a doze días del mes de mayo de mill y quinientos y çinquenta y dos años, estando en la Plaça e Mercado de esta villa, par del Rollo e Barbacana de ella…”.
Las referencias del siglo XVIII hablan de una construcción notablemente antigua, pero de pormenores desconocidos. En 1786, en el deslinde de una casa situada junto a la "casa-palacio" de la Encomienda, se menciona la "escalerilla que baja de la parroquial (de San Juan del Mercado) a la Plaza de los Bueyes". En 1788 hay una comunicación al Consejo de Estado del corregidor de Benavente por haberse descubierto en la Plaza de los Bueyes de esta localidad una "gradería antigua" al realizar excavaciones en busca de una antigua fuente que se creía haber existido allí.
A mediados del siglo XIX, en el Diccionario de Madoz, se consigna la construcción de una "hermosa casa de ayuntamiento, en la Plaza Mayor, o sea del Mercado, con vistas a la de los Bueyes". En el nuevo edificio se incluyó un arco para permitir la comunicación entre ambas plazas. La Plaza Mayor, o del Mercado, era "un cuadro casi perfecto de 80 a 90 pasos, con soportales embaldosados", mientras que la Plaza de los Bueyes, o del Grano, era "muy espaciosa, pendiente e irregular, en la que se ven 20 casas con soportales en los tres ángulos del norte, sur y oeste".
El aspecto actual de la escalera parece fijarse con las reformas realizadas a finales del siglo XIX. De 1890‑1891 existe en la documentación municipal un expediente relativo a la reparación de la escalinata de la plaza del Grano. Eduardo Fuentes Ganzo recoge una noticia de 1900 que alude a la reparación de los muretes de piedra que separan a través de una escalinata, “a los extremos de una escalerilla que da a la Plaza de los Bueyes”, pagándose a Eulogio Castaño 53 pesetas y 50 céntimos, suma de materiales y jornales por tal reparación efectuada los días 12 y 13 de enero.
Debió ser por estas fechas cuando se reunieron toda una serie de materiales dispersos, así como sillares de diferentes tamaños y calidades. En la mayoría de los casos se trata de material reaprovechado, con la presencia de areniscas, granitos, cuarcitas, etc. Sabemos que el exconvento de San Francisco, derruido en gran parte por estas fechas y de propiedad municipal, era una de las reservas de almacén de piedra que se utilizaba para las obras públicas. En 1857 se subasta "el derribo del cornisamento de la torre de San Francisco y la extracción de otros puntos del mismo convento hasta proporcionar la piedra necesaria para las dos escalinatas, que hay que construir en la Plaza del Grano y cuyo número de barras se manifiesta en el acto del remate”. Sin embargo, este dato no excluye otras procedencias.
En fotografías y postales de principios del siglo XX ya encontramos la imagen de la escalinata y el muro de piedra acompañando la estampa característica de la Plaza del Grano, todo ello coronado por cuatro faroles o sombreros de piedra en los extremos del muro, asentados sobre cuatro pilares. Dos de ellos han sido totalmente rehechos en una reciente intervención.